17 jun. 2025

De rudeza del camión a aprender a manejar a una bebé prematura

Pepe Vargas

Cristhian Galeano nunca imaginó que, a sus 39 años, se le iba a presentar la delicada tarea de dar calor y amor que, por lo general, solo una madre da a una criatura recién nacida.

Es chofer de camiones tumba. Vive en Ypané con dos hijos: Una joven de 21 y otro de 20 años. Justamente, pasaron dos décadas para que la cigüeña ronde el hogar que formó con Vanessa Centurión (38), su esposa, quien falleció días después de haber dado a luz en el Hospital de Clínicas. Una patología cardiaca, acompañada de hipertensión, complicaron su estado antes y durante el parto.

Vanessa estuvo internada, en noviembre pasado, en Ineram por una insuficiencia respiratoria. Ni los médicos pillaron que estaba cursando un incipiente embarazo.

La pequeña Emma estaba escondidita, según sus familiares. Recién a las 23 semanas de gestación se dieron cuenta de su existencia. Fue cuando llevaron a la madre a Clínicas para regularizar su delicado estado de salud. La habían estabilizado, pero todo se complicó después del parto.

La beba nació el miércoles 15 de junio, con poco más de siete meses. Compartió con su madre más de veinte días de internación antes de salir. Tras nacer la mantuvieron intubada cinco días. Ahora permanece estable y logró salir de alta el pasado miércoles.

Atravesado por un torbellino de sentimientos y emociones –de dolor y angustia por perder a su compañera de vida, mezclada con una inconmensurable ternura de tener entre manos a su hijita–, Cristhian se muestra fuerte.

Pero el brillo en sus ojos denuncia el antagonismo en su corazón. Y admite que a veces le entran ganas de llorar. Se contiene porque sabe que debe estar y mostrarse fuerte ante Emmita, como él la llama.

“Le enterré a mi esposa el sábado y al otro día era Día del Padre. Era la primera vez que le alcé y me daban ganas de llorar; pero me hice del fuerte porque no le puedo demostrar también a ella; cuando eso estaba en terapia todavía”, comenta sobre los días en que su hija recibía asistencia respiratoria mecánica.

Incluso en las peores horas de vida, por indicación de los médicos, Cristhian debía ofrecer su pecho para el apego, necesario para que sienta el calor de su progenitor ante la ausencia de su madre. “Ella tenía miedo y quería verle demasiado a la bebé y al final no le alcanzó a ver”, cuenta y resignado acepta el cumplido de que su pequeña tiene a dos ángeles que la cuidan: Una en el cielo y otro en la tierra.

“La verdad es que le está cuidando muchísimo porque está mejorando muchísimo la nena”, dice por su esposa.

Mientras, el personal de blanco le guió cómo cargarla en brazos; así como el manejo para el cambio de pañales y el preparado de su aporte nutricional. “Superdiferente es porque nunca pasé por esto. La verdad es que estoy aprendiendo muchas cosas; estoy viviendo el papel de una mamá que es difícil, no es fácil. Siempre los hombres le dejamos a la mamá que haga todo; pero no es así, también tenemos que saber y más en estos casos que puede suceder”, reflexiona.

La imagen suya, sentado con la bebita pegada a su pecho y arropada bajo su camisa, conmovió a miles de personas con más de 450.000 impresiones en Twitter. Su hermana Mariela subió a las redes en el Día del Padre.

“Yo le hablo a ella como si fuera mamá y papá. No sé, le digo de todo, cuando estoy ahí me sale de todo para decirle. Y ella más o menos se mueve, ya pilla porque una vez que le hablas a la criatura ya siente algo. Y ahora le hago el apego todos los días y le hace bien también a ella. Se me pone la piel de gallina porque es la primera vez que hago estas cosas; siempre le alcé a mis hijos de chiquititos, le cambiaba, pero así en este momento y sentirle a ella es difícil. Tengo un sentimiento profundo, me recuerdo de su mamá y eso me duele”, revela.

Acostumbrado a la rudeza del camión, ahora se esfuerza en imaginar cómo dividirá sus días entre el volante y el nuevo rol de cargar en su pecho a un ser tan frágil y delicado.

“Estoy pensando miles de cosas; ya me pasaron muchísimas cosas, pero no me voy echar atrás. Gracias a Dios, le tengo a mi hija que me va a apoyar, a mis hermanas que están también”, menciona.

Su hijo no tiene la edad reglamentaria para manejar los camiones de gran porte; debe tener 22 años para el efecto. Por de pronto, tiene la confianza de que sus hermanas y su hija le ayudarán con el cuidado especial de Emmita.

“Estamos viendo el lado de cómo hacer porque hay que producir acá para estar también en el hospital y me está ayudando en lo que se pueda”, comparte.

Trabajará –estima– solo en la zona donde vive. Su casa queda al costado de Acceso Sur, a pasitos del Hospital del Corazón. Ahí tienen un depósito de material que estaban levantando de a poco con su esposa.

Cristhian es de Asunción, pero con Vanessa vivieron mucho tiempo en Ñemby. Hace cuatro años lograron tener su local propio en Ypané. Era el orgullo de ambos. En su fuero interno habla con ella: “Le pido que me dé fuerza, salud y trabajo porque eso es lo primordial; hay que trabajar para poder mantener a todos los hijos”.

Hasta ahora, recibieron ayuda de mucha gente. El pasado miércoles salió de alta gracias al buen estado de salud de la pequeña. Las personas que quieran colaborar puede contactar al (0972) 668-346.

Yo le hablo a ella como si fuera mamá y papá. Cuando estoy ahí me sale de todo para decirle. Y ahora que le hago el apego todos los días, le hace bien a ella y a mí me da piel de gallina. Tengo un sentimiento profundo, me recuerdo de su mamá y eso me duele.