Cuando habla de lo que sintió en ese momento, pareciera que las palabras se atropellan de la emoción que siente. “Cuando le sacaron de mi pancita y le escuché llorar por primera vez sentí mucha alegría. Sinceramente, no hay palabras para explicar lo que se siente en ese momento”, describe Fátima.
Antes de la llegada de Luciana, ya tuvo experiencia en la crianza con un hijo de corazón. Se trata de un niño de ocho años, hijo de su actual pareja.
“Ella es la primera hija que sale de mí. Cuando por primera vez le vi su carita fue muy emocionante para mí”.
Considera que cumplir el rol de madre primeriza es todo un desafío para ella. Por ello le inculcará buenos valores que fue aprendiendo de su propia madre a lo largo de los años de crianza.
A ella y sus hermanos su progenitora les enseñó el valor de la familia y de brindarse apoyo y ayuda mutua entre todos.
“Eso quiero que aprenda. Por sobre todo que sea una persona de bien. Y que tenga presente que su papá y su mamá van a estar presentes para ella siempre”.