Por Pepe Vargas
Desde el boom de las bicicletas en Asunción, que se remonta a unos cuatro años, a muchas personas los unió sentimentalmente el paseo sobre dos ruedas. Al menos veinte parejas –se calcula– se conocieron pedaleando y no pararon hasta dar el sí en el altar.
Lo paradigmático de estas bodas es que tuvieron –en ciertos casos– a la bici y sus accesorios como protagonistas.
Amanda Chaparro y Richard Ibarra fueron los primeros en celebrar la inédita “biciboda” en el país. Fue en febrero del año pasado y al salir de la iglesia María Auxiliadora recorrieron –acompañados por integrantes del grupo Bicicleta Verde– el microcentro capitalino hasta el barrio San Jerónimo.
Ruth Ríos y Enrique Almirón, si bien no se pasearon en bici con sus trajes de ocasión a la salida del templo, sus amigos de Lamberbici los escoltaron en fila con los cascos deportivos en alto, rindiendo una especie de solemnidad al paso de los recién casados.
Como ellos, “unas ocho parejas” que se conocieron pedaleando llevaron al altar esta singular “celebración con la temática ciclística”, corrobora Ricardo Treithamer, creador de Paraguay en Bici. Él es testigo –dice– de esta tendencia, pues desde que comenzó esto promociona las actividades de 46 grupos de ciclistas del país mediante la red social Facebook.
“En Europa se dice que andar en bici es ecológico y no contamina, pero acá en Paraguay está instalada la idea de que es buena onda, te relajás y conocés nueva gente”, señala.
El fenómeno es que la mayoría está soltera o soltero y se juntan para organizar un recorrido por la ciudad o en algún punto exótico del interior. “Muchos que terminaron una relación empiezan a pedalear; las chicas, por lo general, son más selectivas. Hay muchas que siguen solteras, pero surge el amor en algún momento”, garantiza.
Fernando Rodríguez, fundador de BiciCentro, coincide en que el ámbito ciclístico genera un clima favorable a entablar nuevos vínculos de amistad y “casi como regla” termina en una relación amorosa. “Nunca antes vi tantos matrimonios como en estos cuatro años que estoy en el ambiente ciclístico”, comparte Fernando.
Es más, le consta que “excelentes relaciones de pareja salen de los grupos ciclistas”.
Ricardo, a su vez, lleva al extremo su opinión y lanza que andar en bici “es una especie de Tinder”, una aplicación móvil para buscar parejas, pero “para encontrar parejas pedaleando”.
Rompehielos. La sicóloga Fátima López Moreira, que realiza terapia de parejas, suscribe que la bici “es un rompehielos” infalible para establecer nuevos lazos e incluso fortalecer una relación amorosa. “Cualquier actividad que sea compartida en pareja es siempre un rompehielos y más todavía esta actividad de pedalear porque tiene el plus de que es al aire libre, donde uno puede experimentar, conocer lugares, hablar de esto y son muchos puntos a favor que tiene esta actividad”, argumenta.
Ocurre que en estos ambientes –completa la especialista– la persona renueva sus energías y se insufla de endorfinas al estar en un grupo de gente que comparte la misma pasión.
Ella –vaya casualidad– hace ciclismo también y recomienda a sus pacientes a animarse a salir a pedalear como parte de la terapia. “Estar en un espacio diferente puede ser muy terapéutico y beneficioso para la pareja”, dice al aclarar que esto no reemplaza a la terapia con un profesional.
En contrapartida, revela Fernando, los que se enamoran pronto dejan los grupos y salen a pasear “más en privado”, alejados del montón.
Admite, con cierta pizca de ironía, que ellos se “agarran de la cabeza” cuando un puntero se enamora. Pasa que es el más versátil y resistente que lidera a la comitiva en las giras. Y cuesta conseguir quien los reemplace en los tres recorridos que realizan por semana.
Rodrigo, el puntero de BiciCentro, se enamoró de una integrante, Soledad. Y ahora ya no salen más a pedalear con los demás, pero sí lo hacen en pareja. “Entre ellos nomás ahora salen a pasear”, les delata y revela además que “están preparando su boda”.