El Correo del ‘79
A lo largo de su historia el Correo Semanal tuvo, además de la colaboración de los principales talentos e intelectuales del país con artículos, columnas y reportajes, algunas memorables secciones. Hoy recordaremos algunas de estas. Corresponden a la edición del sábado 17 de febrero de 1979.
CRI CRI CRI: Los comentarios del grillo
A Europa de excursión
“Y… qué tal el viaje?”, pregunté.
–De película che ra’a. Europa es una maravilla, que lejos estamos.
–¿Vos decís por la distancia?
–No, me refiero a la cultura, a los adelantos técnicos, a la organización, a los espectáculos, a la educación, a la calidad de los productos. Es una maravilla, viejo.
–¿Y en qué países estuviste?
–Mirá... estuve en España, por ahí comenzamos, después Francia, Italia, Suiza, Alemania, Holanda, Inglaterra, Austria, Portugal, Dinamarca, Noruega, Finlandia y Hamburgo.
Miré fijamente a mi interlocutor hurgando en su expresión algún síntoma que denotara burla, o simplemente ganas de gastarse una broma, pero solo hallé en la rara curva de su ceja izquierda que se elevaba por encima del nivel de la derecha, una expresión de superioridad y condescendencia para con los que no lo habían acompañado en la “excursión al viejo mundo”.
–¿Y cuánto tiempo estuviste en total?, pregunté con toda la intención.
Mi interlocutor pensó un rato, sumó días con los de dos y me respondió.
–En total, 41 días che ra’a. En Madrid estuvimos un día y medio, pero recorrimos bastante mientras mi sorpresa crecía.
–¡¡¡Ahh!!!, y París... qué ciudad, qué avenidas, qué parques... la pena es que apenas hayamos estado dos días porque el viaje a Ámsterdam en ómnibus es larguísimo y además la nieve tapaba todos los caminos pero jamás me olvidaré de su Puerta de Alcalá:
¡¡¡Ahora la verdad de las cosas es que existen muchos mitos respecto a Europa –contó respecto a Europa– continuó triunfal, por ejemplo en Viena, donde estuvimos 36 horas, pedí las famosas salchichas de Viena y me trajeron salchichas comunes y en Milán... ¡¡¡no conocen la milanesa!!! No pude evitar en ese momento recordar el aviso que indujo a mi interlocutor a integrar esa alienante “troupe” de turistas - ovecha.
**Conozca el viejo mundo por tierra llegando por aire –y pague en 72 cuotas o algo por estilo–.
–Lo más simpático del viaje ocurrió en Londres, cuando uno de los integrantes de la excursión no tenía hielo para el tereré y salió a traer nieve, pero cuando llegó a la habitación del hotel, esta ya se había derretido, lo que pasa que la calefacción Suiza es muy caliente –dijo muy seguro de sus conocimientos geográficos–.
–¿Cuántas personas fueron?, pregunté, intentando darle un respiro a su atribulada memoria.
–Fuimos entre 47, pero volvimos solamente 38, parece que algunos se extraviaron y otros se quedaron dormidos en los hoteles –su expresión se tomó más seria– resulta que después de 30 días de no parar, entrando y saliendo de hoteles llevando bultos, sacando fotos, de país en país de ciudad en ciudad, algunos se cansan y aunque parezca mentira, hay países que no reconocen este sacrificio –agregó indignado–.
–¿Por qué?, pregunté pensando en groseros funcionarios de aduanas y en inhóspitos habitantes de grandes y cosmopolitas capitales.
–Y, resulta viejo que uno se rompe todo para ir, cambias tus ahorritos y conseguís algunos dolarcitos y finalmente en algunas fronteras estos estúpidos... ¡¡¡NO TE SELLAN EL PASAPORTE!!!!, después le decís a los perros, estuve en tal parte y no te creen. ¿No hay derecho... no te parece?
No hice ningún comentario estación terminal de omni y prestamente me dirigí a la estación terminal de ómnibus del interior. Mis vacaciones en Valle po’i estaban decididas.