25 abr. 2024

Covid: “Enfrentamos una guerra no convencional por las vacunas”

DATO. De 700 millones de dosis administradas en el planeta solo 0,2% llegó a países de rentas bajas. PANDEMIA. “Nos hizo apreciar con más claridad el incremento del poder de las corporaciones”.

 Helena Felip

Diplomática. Helena Felip: Un efecto de la pandemia es la profundización de la desigualdad

ENTREVISTA A Helena Felip, directora ejecutiva del Centro de Estudios Internacionales

La acuciante carrera por acceder a las vacunas contra el Covid-19 por parte de los países en desarrollo pone a prueba a las naciones desarrolladas, en cuanto a principios como el de la equidad en medio de la urgencia sanitaria planetaria. Está en marcha una “diplomacia de las vacunas” y unos pocos intentan paliar el acaparamiento de los antígenos, adoptando actitudes humanitarias como la donación de dosis a favor de los más pobres. “Antes de la pandemia hablábamos de la brecha en la era del conocimiento, de las nuevas desigualdades. La pandemia no hizo más que mostrar de manera manifiesta estas desigualdades”, opina Helena Felip, diplomática con rango de ministra y a pasos de ascender a embajadora. Ella es directora general de Política Multilateral del Ministerio de Relaciones Exteriores y en el Centro de Estudios Internacionales y Diplomáticos Benjamín Aceval ocupa el cargo de directora ejecutiva. Aclara que las opiniones vertidas en esta entrevista son a título personal.

–Las vacunas contra el coronavirus por Covid-19 se convirtieron en la nueva moneda de cambio en el mundo. ¿Cómo afrontar y revertir este fenómeno en medio de una pandemia que golpea con mayor fuerza a los países más vulnerables?

–En esta coyuntura, las vacunas contra el Covid 19 son el bien más preciado de la humanidad. Su valor radica en que no son meras mercancías, sino la llave que nos abrirá las puertas a lo que conocíamos como “normalidad” en el tiempo prepandémico. El fenómeno se revertirá en tanto y cuanto se masifique su producción y todos podamos tener acceso a ellas, independientemente de su procedencia.

La cuestión es que en tanto esto suceda, las condiciones para su adquisición obligan a los países a aceptar la suscripción de contratos con condiciones que hasta pueden resultar leoninas. Por sus características, estamos hablando, en la práctica, de “contratos de adhesión”, ya que el margen de negociación es muy escaso, por no decir nulo, además de las consabidas cláusulas de confidencialidad requeridas como una cuestión sine qua non por los laboratorios.

–¿Pudo haberse previsto o anticipado y prepararse para un escenario como el actual, de acaparamiento de las vacunas por algunas potencias, con la consecuente inequidad en el acceso a las dosis?

–Siempre es posible hacer previsiones, pero estas estarán sujetas a variables ineludibles como lo son el mayor desarrollo científico y los recursos de los países más desarrollados. Antes de la pandemia hablábamos de la brecha en la era del conocimiento, de las nuevas desigualdades. La pandemia no hizo más que mostrar de manera asustadoramente manifiesta estas desigualdades. También veíamos el resurgimiento de los nacionalismos. Estos nacionalismos se fortalecieron a tal punto que hoy hablamos de un “nacionalismo pandémico”.

Considero que tendríamos que ser más justos y propender a un equilibrio entre la exigencia de una mayor previsibilidad a los países menos desarrollados, y el reclamo que debiera hacerse a la miopía y la falta de compromiso de las potencias centrales ante el consenso de los científicos de que nadie estará a salvo mientras el virus no se haya controlado en todo el mundo. Teniendo la responsabilidad del liderazgo mundial, dichas potencias deberían haberse rendido ante la evidencia científica, en lugar de hacer primar sus intereses políticos y económicos.

–Al convertirse las vacunas en un producto de alta demanda frente a una capacidad de oferta no acorde, y que las negociaciones para obtenerlas se dan de gobierno a gobierno, ¿qué nuevas exigencias plantea esto a la gestión diplomática?

–La solidaridad internacional es la base de la cooperación entre los países y una de las razones por las cuales se han creado los organismos internacionales.

Esta solidaridad no es de carácter mendicante, sino, por el contrario, surge a partir de la idea de que todos podemos aprender de todos. Hay una frase muy interesante que suele mencionar la secretaria general iberoamericana, Rebeca Grynspan: “No hay ningún país tan grande que no tenga nada que aprender, ni uno tan pequeño que no tenga nada que ofrecer”.

En estos momentos es que esta concepción más humanista de la gestión diplomática está a prueba. En el caso de Paraguay, hemos comprobado cómo un país cercano como Chile y países tan lejanos geográficamente como India, Emiratos Árabes o Qatar nos están tendiendo un puente para sortear la adversidad.

Pero esto no es una casualidad, son años de mucho esfuerzo invertidos en la construcción de relaciones con estos países, en las que Paraguay ha hecho su parte.

Ciertamente, esta coyuntura implica desafíos para la gestión diplomática que van desde la búsqueda de soluciones a la crisis sanitaria hasta acelerar el proceso de recuperación económica, sin que por ello los otros temas de la agenda internacional hayan dejado de avanzar, pero también es un momento en que toca cosechar lo que se ha sembrado.

–¿Qué es la “diplomacia de las vacunas” y cómo impacta en los países con desarrollo relativo en cuanto al reposicionamiento de las alianzas y en la geopolítica?

–La diplomacia de las vacunas es la utilización de un bien preciado como una herramienta de alcance geopolítico. No sé si habría muchos ejemplos equiparables a la gratitud que supone ayudar a un país a salvaguardar la salud de su población. En algunos casos, coincido en que la consecuencia será un reposicionamiento de alianzas. En otros casos, un fortalecimiento y una consolidación de estas alianzas.

Las relaciones diplomáticas no se construyen de un día al otro. Es un largo proceso y conlleva mucho esfuerzo, por la sencilla razón de que no somos muy propensos a confiar y la construcción de la confianza mutua supone una ardua tarea.

Los diplomáticos tenemos la percepción de que este aspecto de nuestro trabajo no es muy bien entendido y nos cuesta justificarnos cuando se nos exige constantemente resultados inmediatos. Esta rapidez y efectividad se pueden dar en algunas circunstancias, pero generalmente se dan en base a lo que hemos erigido. Así como no podemos pretender que un objeto pesado se sostenga sobre un castillo de naipes, tampoco podemos imponer excesivas expectativas sobre vínculos que están en vías de construcción. Para hacerlo se requiere tiempo.

–¿Afectó al Paraguay en la carrera por el suministro de las vacunas el hecho de haber cambiado dos ministros de Relaciones Exteriores en plena pandemia?

–Las políticas de Estado son fundamentales para que seamos considerados un país serio y confiable en el escenario internacional. Eso no exime la posibilidad de que cada gobierno de su impronta en materia de política exterior. Sabemos que por mandato constitucional, el presidente de la República tiene a su cargo el manejo de las relaciones exteriores. Por tanto, si bien el ministro de Relaciones Exteriores asiste al presidente de la República en la formulación de la política exterior y en el mantenimiento de las relaciones exteriores, los posibles cambios de la titularidad en la Cancillería Nacional no deben afectar a los objetivos trazados en el campo internacional. Más aún, teniendo en cuenta que no ha habido un relevo en la conducción política del Estado paraguayo.

–Existe la sensación de que la diplomacia paraguaya no estuvo lo suficientemente atenta para actuar con antelación en las negociaciones con los países que anunciaron el desarrollo y producción de las vacunas Covid. ¿Comenzamos tarde en ese afán, confiados única y exclusivamente en el mecanismo Covax?

–Primeramente deseo aclarar que el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social es el que ha liderado las acciones en el marco de la pandemia.

Dicho esto, un aspecto de esta pregunta fue contestado, en el sentido de que deberíamos revertir la carga de la prueba. Puede que los países en desarrollo debamos responder sobre la premisa de falta de previsión, pero los desarrollados deberán hacerlo por contribuir con sus acciones a socavar el principio de equidad en la distribución de un bien común de la humanidad. Y quiero hacer énfasis en este aspecto, porque si el peor escenario llegase a concretarse por este motivo, es decir, si no se lograse inmunizar a tiempo a la población mundial y el virus mutara –con lo cuál las vacunas contra el coronavirus con las que contamos hoy dejarán de tener eficacia– esta acción podría acarrear consecuencias nefastas para toda la humanidad.

Por tanto, habría que ser ecuánimes y diferenciar entre una supuesta falta de atención y una grave falta de incumplimiento. El mecanismo Covax se diseñó con la intención de equilibrar las reconocidas desigualdades existentes entre los países. Contó con el compromiso y el respaldo de la mayor parte de la comunidad internacional.

Sin embargo, según los últimos datos, de las 700 millones de dosis administradas en el planeta, un 87% se han inoculado en los países más ricos y solo un 0,2% en los países de rentas más bajas. En este escenario, la diplomacia paraguaya ha impulsado las negociaciones con numerosos gobiernos y ha propiciado acercamientos con los laboratorios a través de todas sus representaciones en el exterior. No obstante, es de público conocimiento que la excesiva demanda de las vacunas provocó el colapso de la producción.

Igualmente, resalto las palabras del director ejecutivo de la Alianza para las Vacunas GAVI, Seth Berkley, quien manifestó que “cada vez que un acuerdo bilateral se consigue sin pasar por Covax, eso supone menos dosis para el programa”.

–Esta pandemia es una gran prueba para la humanidad. El “nos salvamos entre todos o no se salva nadie” se estrella con una realidad adversa que pone al desnudo la gran brecha entre los países ricos y pobres y todo el discurso de la multilateralidad. ¿Qué efectos pospandemia traerá esto en el relacionamiento entre los países?

–Un efecto de la pandemia fue exacerbar ciertas cuestiones que ya se venían observando. Una de ellas es la profundización de la desigualdad, de las brechas existentes en los diferentes ámbitos. La comunidad internacional tendrá que buscar alternativas y adoptar medidas más efectivas para subsanar este estado de cosas.

Esta pandemia nos hizo apreciar con mayor claridad el incremento del poder de las corporaciones, a tal punto que muchas de ellas ya son más poderosas que los mismos Estados. Lo sabíamos, solo se evidenció.

Por otra parte, aceleró ciertos procesos como la utilización masiva de los medios virtuales, poniendo incluso sobre la mesa la discusión de su validez para la toma de decisiones. Probablemente, precipitará algunas reformas que son necesarias para fortalecer el multilateralismo. Un multilateralismo que no es capaz de proteger a los más vulnerables, alejado de su realidad, tendrá que pasar por un proceso de revisión para no ser presa del escepticismo.

En el relacionamiento bilateral tendrá un impacto directo en cuanto a recomposición de alianzas, en algunos casos, y de consolidación en otros. Estamos enfrentando una guerra no convencional y, cómo después de cualquier guerra, su consecuencia será la reconfiguración del orden mundial.

–¿Hubiera sido distinta la situación para el Paraguay si hubiese tenido relaciones diplomáticas con China Continental y no regresaba a Tel Aviv su embajada en Israel tras haberla mudado a Jerusalén?

–Considerando el contexto que describí precedentemente, sería temerario dibujar un hipotético escenario en el que hubiéramos construido otro tipo de alianzas. La prudencia tiene un valor inestimable en diplomacia. Por tanto, hay que justipreciar las relaciones que hemos construido y recoger sus frutos. Si no fuere este el caso, nuestras autoridades evaluarán.

–Paraguay reclamó la inequidad en el acceso a las vacunas ante el Consejo Permanente de la OEA, ante la ONU, y ante la Organización Mundial del Comercio donde abogó por la liberalización de las patentes de las vacunas. ¿Hay que seguir protestando en los ámbitos multilaterales, aunque impere el “sálvese quien pueda”?

–Paraguay alzó su voz de protesta tanto en los foros regionales como en los organismos internacionales. La propuesta de liberalización de patentes para la producción de las vacunas, de manera temporal, impulsada por algunos países como India, será discutida nuevamente en la OMC. La posición de nuestro país aún está en análisis interno. Un dato que nos recordó el doctor Guillermo Sequera es que la vacuna contra la polio no se patentó.

Paraguay debe continuar exigiendo el cumplimiento de los compromisos internacionales y reclamar respuestas sobre la situación suscitada, además de la transparencia que se requiere para que haya confianza en el sistema internacional.

Un país cercano como Chile y otros tan lejanos geográficamente como India, Emiratos Árabes, Qatar nos están tendiendo un puente.

La pandemia precipitará algunas reformas que son necesarias para un multilateralismo que no es capaz de proteger a los más vulnerables.

Los países desarrollados deberán responder por socavar el principio de equidad en la distribución de un bien común de la humanidad.

y Diplomáticos Benjamín Aceval

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