Por Carlos Darío Torres / Fotos: Fernando Franceschelli
El cilindro giratorio decorado con bandas diagonales de color rojo y blanco, a las que a veces se agregaba otra azul, marca un territorio inconfundiblemente masculino: el de las barberías. Después de algunos años de haber quedado relegado, ese mundo vuelve a girar de la mano de un renacimiento de los rostros peludos.
Usarla es cosa de hombres, aunque a lo largo de la historia hubo momentos en los que la barba no formó parte de lo que una sociedad consideraba una imagen aceptable estéticamente hablando. En el antiguo Egipto, el vello corporal no era bien visto y en las figuras que tallaron o pintaron, las barbas solo se aprecian en las representaciones de los enemigos capturados.
En otras culturas, como en las de los pueblos de origen mongoloide —asiáticos y amerindios— y algunos africanos, la barba es casi inexistente, aunque en estos casos la menor pilosidad se debe a una cuestión genética.
En Roma, durante la República y en los primeros años del Imperio, la ausencia de barba y bigote y el cabello corto eran parte de la moda predominante. Los civilizados romanos no eran partidarios de las caras peludas y las consideraban más apropiadas para los salvajes bárbaros; claro, preferían no tener en cuenta que también los cultivados griegos tenían el rostro sin afeitar, así como ocurría en el resto del mundo conocido.
En la Edad Media, las caras cubiertas de pelo fueron la norma, tanto para los cristianos de Europa occidental y los bizantinos como para los musulmanes. Hacia la época de las Cruzadas, los barbados y los rostros afeitados se repartían la preferencia en Occidente. Las imágenes de esa época, impresas en grabados y otros soportes, como el tapiz de Bayeux, lo atestiguan.
Durante los siglos XVII y XVIII en Europa y en los países bajo su influencia y dominio, principalmente en América, la moda impuso primero los bigotes finos y la perilla, acompañados del cabello largo y rizado, y más tarde, la cara completamente afeitada y las pelucas. Estamos hablando siempre de generalidades, ya que excepciones, sin duda, las había.
En el siglo XIX hubo un renacimiento de barbas y bigotes y predominaron desde mediados de la centuria hasta comienzos del siglo XX, con una gran variedad de estilos y formas. Pero perdieron presencia desde la década del 20 —o antes, dependiendo del lugar— hasta la aparición del movimiento hippie, cuando renacieron con toda la gloria. La tendencia se mantuvo estable hasta los años 80.
Una variante inédita de esos años fue la barba poco crecida, de solo algunos días de largo. Y hasta aparecieron las máquinas eléctricas que tenían las cuchillas graduables para poder mantener el pelo facial en una longitud uniforme.
Los 90 fueron los años del candado, pero el nuevo siglo volvió a desechar barba y bigote hasta el comienzo de la segunda década del tercer milenio. Desde hace unos cinco años, el uso de la barba se hizo muy popular de nuevo. Los hipsters y los lumbersexuales empezaron un poco antes a adoptarla como parte de sus apariencias; la tendencia de copiar hizo el resto y se convirtió en moda.
Impulso decidido
En Paraguay, principalmente en Asunción y en el conglomerado metropolitano, hoy ya no es raro ver a hombres barbados, algunos con el look hipster completo y otros más desaliñados, como el del leñador urbano. Pero tampoco faltan los que lucen una apariencia de ejecutivos, con peinados cuidados y ropas de buen corte.
“Efectivamente, las barbas están en auge, pero en volúmenes que no se veían desde la época de la independencia más o menos (risas). Esto viene desde hace un tiempo, pero la pregunta más precisa creo que es, ¿hasta cuándo? Y no sé hasta cuándo realmente”, responde Tote Pascual, consultado sobre el arribo de esta preferencia al país. Su voz es autorizada, porque es propietario de la peluquería Raio Bemba, donde tienen una sección especial dedicada a los cuidados de la barba.
“La barba es una cuestión aspiracional, al igual que el tatuaje. Es como una cultura, como las motos; una cuestión de identidad. Y no es solo la barba, sino el corte de cabello. Hay algunos que se afeitan totalmente. Ahora los hombres se ocupan más del cuidado personal y eso viene de la mano de lo que se puso de moda en Europa”, explica Patricia González, gerente general de La Barbería, quien agrega que también “es más una cuestión de necesidad”.
Una opinión similar sostiene Matías Cáceres, de Clan Cáceres, quien dice que algunos optan por no afeitarse porque les da pereza hacerlo o porque tienen la piel muy sensible, pero aclara que actualmente los que se dejan la barba lo hacen “porque está de moda nomás”. Este profesional hace 42 años que está en el negocio, pero la empresa familiar, que empezó con sus padres, ya superó 65 años en el medio.
Pascual destaca que desde hace mucho tiempo no se ven tantas barbas “merodeando las ciudades”. El experto recuerda que la última tendencia de este tipo surgió en los 70, y que las barbas actuales se diferencian por su aspecto cinematográfico de rudeza, “similar a las que vemos en los billetes con rostros de próceres”.
Formas y tipos
El retorno de las barbas es incuestionable, ¿pero qué estilo es el preferido en la actualidad y cómo se denominan? Tote responde que no todos los estilos de barba tienen nombre, “pero creo que las opciones preferidas de esta época son las barbas crecidas de dos o tres días, y las más largas, tipo leñador ".
Cáceres afirma que la mayoría la usa estilizada, recortada, fina, bien marcada, pero también están los que prefieren tipo candado, o barbilla; otros se la dejan crecer y solo cortan las puntas. “Hasta hoy hay gente que usa barba larga como en los 70; sin embargo, predomina la estilizada, la cuidada”, agrega el estilista.
Patricia coincide en que sus clientes prefieren la barba cuidada y que con el pelo corto van de la mano con la ropa bien prolija. “Y no solo los jóvenes están con esta tendencia, sino también las personas mayores. El hombre necesitaba de vuelta identificarse con algo masculino ", asegura.
Lo novedoso del estilo actual es que las que replican la tendencia hipster son más largas y peinadas y se llevan combinadas con cabellos pulcros y de extremos cortos “tipo Nicolás Otamendi, el futbolista argentino del Manchester City”, según Pascual.
Tote estima que alrededor de un 30% de los hombres en Paraguay optan hoy por lucir algún tipo de barba, considerando las que tienen dos o tres días de crecidas y también las que ya llevan “meses de inversión”.
Cuidado y limpieza
Mantener una barba requiere de tiempo y dedicación. Y a diferencia de épocas pasadas, hoy existen más productos destinados al cuidado e higiene, como champúes, aceites y cremas. Se puede afirmar que no hay diferencia con el cuidado del cabello; es decir, se deben tener los mismos hábitos, las mismas frecuencias, porque de no hacerlo se tendrán las mismas consecuencias que acarrea el descuido capilar.
“En mi caso, me preocupo por el cuidado. Uso un champú para la barba, también hay un aceite que se utiliza para evitar que se reseque la piel que está debajo de ella. No es recomendable usar champú de la cabeza ni jabón. Hay productos especiales para la barba que tiene pelos más gruesos”, aconseja Javi López (28), barbudo desde hace casi cuatro años.
La frecuencia con la que se acude a la barbería también es variable, reconoce Tote, quien señala que si bien se trata de una medida personal, lo ideal sería que “por cada corte de pelo vayas dos veces a hacerte la barba”.
Los tiempos han cambiado y nadie puede predecir por cuánto tiempo la tendencia actual va a permanecer en la preferencia, pero lo cierto es que gracias al renovado interés por llevar barba, las barberías recuperaron la frecuencia de visita de otros tiempos. Cosas de hombres.
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Ventajas de uso
● Ciertas mujeres consideran que un hombre con barba es más atractivo que uno afeitado. Esto, desde luego, es una cuestión de gustos.
● Hay estudios que afirman que los barbudos son percibidos como más fuertes y seguros, pero también más agresivos.
● Otras pesquisas arrojaron que las personas con barba tienen una mayor aceptación social que los lampiños o afeitados.
● En países de clima frío, sirve como abrigo natural para el rostro.
● Resulta más cómodo no tener que afeitarse todos los días.
● Finalmente, también es más saludable, porque protege la piel de la cara de los rayos ultravioleta.
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Testimonio traído de los pelos
“Para mí, la ventaja es estética. No pienso en que me protege de los rayos ultravioleta. No creo que alguien se deje la barba solo por los rayos UV. Personalmente, me siento a gusto con ella y por eso me dejo. Yo no tengo problema, ni siquiera en verano, me parece que es sicológico nomás que te moleste con el sol. No es que tenga más calor por usar barba”. (Javi López).