28 mar. 2024

Construir un país mejor

Antonio Espinoza,

Antonio Espinoza,

Las alocuciones de los jerarcas de las finanzas internacionales raras veces cautivan al público general, que las ve como intrincadas fórmulas en lenguaje indescifrable con poca relevancia para los desafíos de la vida cotidiana.

Pero hay excepciones, y una de ellas fueron las palabras de la recientemente electa directora general del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, a poco de asumir el timón de la institución. En un lenguaje sencillo y claro, describió el complejo momento que vive el sistema económico mundial, y en particular los desafíos que se presentan para las economías de los países emergentes y en desarrollo como el nuestro.

Analizando el entorno global, advirtió que el mundo está enfrentando una situación de desaceleración sincronizada –90% de los países están sufriendo una reducción en su crecimiento– provocada por conflictos comerciales y bélicos, y por políticas como el Brexit, la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea. La previsión del Fondo es que el crecimiento del PIB mundial sería de solo 3% este año, el menor en una década.

Georgieva detalló las políticas profilácticas que han demostrado dar resultados y pintó las sombrías consecuencias de no tomar a tiempo las medidas necesarias en un momento en que soplan vientos en contra. Puso especial énfasis en la necesidad de adoptar las reformas estructurales que puedan estimular la productividad y la resiliencia, y la modernización de los marcos jurídicos para reducir los trámites burocráticos y luchar contra la corrupción.

Agregó que, como bien saben los políticos de todos los países, “las reformas estructurales nunca son fáciles de aplicar. En ocasiones, suponen enfrentarse a intereses creados arraigados. Pero son cruciales para evitar que nos estanquemos en un crecimiento mediocre, y para promover la productividad, la creación de empleo y niveles de vida más elevados.”

También subrayó la necesidad que los países adopten políticas para liberar plenamente todo el potencial que ofrece el capital humano. Su mensaje a los gobernantes fue: “si quieren ser ricos mañana, inviertan en la población de su país hoy”.

Nada de esto es novedad para nosotros. Perfeccionar nuestra institucionalidad, reducir las trabas burocráticas para la formalización de las empresas, modernizar nuestra legislación laboral, invertir fuertemente en mejorar la educación y combatir frontalmente la corrupción son todos propósitos expresados diariamente por analistas y miembros del Gobierno. Pero lograr el cambio es difícil. Requiere un esfuerzo concentrado y desgastante, e implica asumir considerables riesgos políticos. Es mucho más fácil quedarse en lo cómodo, y contentarse con la expresión de ilusiones y deseos.

Pero quedarse en lo cómodo ante una realidad nacional y global de ralentización económica es condenar al país al estancamiento y a la frustración de las expectativas de la población. Las imágenes de los noticieros, en las últimas semanas, nos han mostrado claramente las posibles consecuencias de esta frustración.

“Mediante reformas adecuadas”, dijo, “aplicadas en la secuencia correcta, es posible duplicar la velocidad a la que las economías de mercados emergentes y en desarrollo alcanzan el nivel de vida de las economías avanzadas”.

Georgieva, de nacionalidad búlgara, comentó: “Yo, que crecí detrás de la Cortina de Hierro, jamás pensé que un día dirigiría el Fondo Monetario Internacional. De esta experiencia se extrae una lección sencilla: Nada es imposible. El cambio es imparable. Podemos construir un mundo mejor.”

También nosotros podemos construir un país mejor. Comencemos con las reformas que no implican alto costo económico. El momento es hoy, porque hay riesgo en la demora.

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