En tiempos de la dictadura nos concientizábamos. Ahora nos concienciamos. Pero el otro día, hablando con el profesor Melquíades Alonso, llegué a la conclusión de que sería mejor emplear el término que usábamos al comienzo.
Concienciarse es tener conciencia de algo. Caer en la cuenta de un hecho o palabra que dice algo que estaba, hasta entonces, oculto a nosotros. Yo me conciencio de que no se debe dejar, por ejemplo, cosas cortantes al alcance de los niños. Y me conciencié cuando caí en la cuenta del desastre que se había hecho uno jugando con un cuchillo. Otro caso: “Me conciencié de que este presupuesto nacional ha recortado gastos sociales esenciales”. Y este tomar conciencia de muchas cosas es muy importante para ir por la vida sin equivocarnos.
Concientizarse es algo, que es más. Es caer en la cuenta no simplemente de algo, sino de que eso es esencial. "¡Me arrebataron la libertad¡". Por ahí camina la concientización. Se sentía con fuerza y actúa cuando en tiempos de dictadura, de discriminación, de injusticia no existía.
Concienciarse es una cualidad de ricos y de pobres, de tiempos buenos y de desastres. Pero la concientización es más fácil en los pobres, en los golpeados, en las horas punta donde nos jugamos todo. El que tiene mucho puede caer en la cuenta de lo que está ocurriendo, pero no se enerva si lo que está ocurriendo es injusto.
Escribo esto y acabo preguntando: ¿es tan importante una discusión filológica sobre el significado de un término?
Tal vez no lo sea. Pero sí encierra algo superimportante.
No basta conocer lo que pasa a nuestro alrededor. Es necesario reaccionar cuando están en juego la libertad o el respeto de los seres humanos, cuando nuestros valores son avasallados y un puñado pequeño de personas quiere dominar a la mayoría del Pueblo. Llámelo Ud. como quiera, pero esta reacción es el acto más sublime, porque está cargado del amor más desinteresado. Y lograrlo que se asuma es concientizarse.