El viaducto que cruza la autopista Ñu Guasu a la altura de Semidei, en el barrio Campo Grande, de Asunción, generó desde un principio una serie de inconvenientes a las familias que se quedaron a vivir en esa caótica intersección.
Negocios que tuvieron inevitablemente que cerrar, casas agrietadas por la vibración que produce el pesado tráfico de la zona, la pérdida casi total de veredas, falta de accesos y deficiente señalización y un deteriorado sistema de iluminación que deja a oscuras el lugar en horas de la noche, conforman el panorama desolador que se creó con la construcción de esta estructura de hormigón.
María Irrazábal y Graciela Miranda, vecinas de este punto capitalino, indicaron que el viaducto se habilitó hace casi cuatro años y que desde ese tiempo a esta parte los postes de luz sufrieron daños causados por colisiones de vehículos, quedando inclinados y a punto de caer y sin sus focos o con cables colgando.
ENCERRADOS. En otro momento comentaron que desde la inauguración misma de esta obra vial se tuvieron accidentes de consideración tanto sobre el viaducto como en las bajadas, donde uno de los principales problemas se centra en la existencia de colectores o calles que no tienen retorno y que no dejan opción a algunos conductores a circular a contramano.
“Ni siquiera las ambulancias pueden orientarse para entrar aquí. Ya tuvimos el caso de un vecino que sufrió un infarto y que no pudo ser asistido a tiempo por ese motivo y al final falleció”, lamentó Graciela Miranda.
Agregó que “empobrecieron nuestro barrio, nos dejaron sin acceso. Los pequeños negocios cerraron. Es el caso de una herrería que funcionó por 17 largos años y una estación de servicio que tuvieron que cerrar, y los más grandes ahora están yendo hacia Limpio. Esta zona de Asunción quedó muerta con la instalación de este viaducto”, expresó finalmente.