El Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) está encarando la realización de un censo agropecuario después de 14 años, el último se había terminado en el año 2008. Todo censo es muy importante porque provee información básica, precisa y universal, la cual es un insumo fundamental para la evaluación de los resultados y la recalibración de las políticas públicas implementadas y/o diseñar e implementar nuevos programas y proyectos para mejorar la productividad y las condiciones de vida de la población. Por lo tanto, debemos prestar todo el apoyo necesario para que el censo agropecuario sea culminado con éxito, cubriendo en lo posible al 100% de los productores y establecimientos agropecuarios del país.
Debemos considerar que la actividad agropecuaria sigue siendo la base de la economía paraguaya. Este sector representa alrededor del 70% de los ingresos de divisas por exportaciones de nuestro país; genera de manera directa el 10% del producto interno bruto (PIB) y el 20% de la población económicamente activa (PEA), más de 600 mil personas trabajan directamente en las actividades agropecuarias según la Encuesta de Hogares del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) del año 2021. Además, contribuye de manera indirecta a la producción industrial, con la provisión de materias primas para su procesamiento; a la actividad comercial a través de la importación y distribución de insumos y maquinarias; y en la demanda de distintos tipos de servicios como transporte, logística, financieros y comercio minorista; posibilitando la generación de valor agregado y la creación de puestos de trabajo en toda la cadena relacionada. Por otro lado, esta importancia económica del sector agropecuario contrasta con el hecho de que la pobreza alcanza al 34% y la pobreza extrema a casi el 8% de la población rural, muy superior, en ambos casos, al observado en las áreas urbanas. Es fundamental tener una acabada comprensión de estos contrastes, los factores que los explican y los ajustes y reformas que requieren las políticas públicas para mejorar los resultados y las condiciones de vida de las personas que habitan en las áreas rurales y se dedican a la actividad agropecuaria.
De todo esto deriva la importancia de tener una radiografía lo más acabada posible de la realidad a través de un censo agropecuario de buena calidad y de amplia cobertura. Como punto de referencia, el Censo Agropecuario del 2008 había generado los siguientes datos: se encontraron alrededor de 289.000 fincas agropecuarias activas en todo el país, el 84% de ellas tenían menos de 20 hectáreas. El total de las fincas administraba unas 32,5 millones de hectáreas en su conjunto, el 80% del territorio nacional. Respecto al censo del 1991, la cantidad de fincas se había reducido en cerca del 6% pero la superficie administrada se incrementó en un 36%, principalmente en el Chaco. Del total de tierras administradas, unas 3.365.000 hectáreas estaban dedicadas a cultivos agrícolas, el doble que el encontrado en el censo de 1991. Unas 28.000 fincas habían cultivado casi 2,5 millones de hectáreas de soja, cinco veces más superficie que en 1991; el 66% de estas fincas tenían menos de 20 ha. Por otro lado, la cantidad de productores de algodón ascendía a un poco más de 53.000 ese año versus unos 190 mil que había en el censo de 1991, una reducción del 72% en este periodo, principalmente de pequeños productores.
Al observar estos datos, es razonable suponer que pudo haber una gran variación en el uso y la tenencia de la tierra, en los rubros de producción, la tecnología, etc., y en las necesidades de servicios de asistencia técnica e infraestructura básica en los últimos 14 años y es fundamental actualizar la información para rediseñar las políticas públicas. Con la tecnología disponible actualmente, las informaciones serán incluso georreferenciadas a nivel de fincas, lo que posibilitará focalizar aún más los programas y proyectos a nivel micro y mejorar sus resultados para que los productores incrementen su productividad, sus ingresos y su calidad de vida. Los productores, pequeños y grandes, serán los primeros beneficiados de tener la información precisa, actualizada y mejores políticas públicas. No hay perjuicio posible, solo beneficios de un censo bien hecho. ¡Apoyémoslo todos!