De acuerdo al testimonio de varios vecinos y comerciantes afectados, esta situación se debería a que el canal del arroyo Jaen, cuyo entubamiento construido hace varias décadas atrás pasa exactamente debajo de sus construcciones, se encuentra totalmente colmatado.
A esto se suma que las rejillas o sumideros instalados en el pavimento están totalmente taponados por basura y pedazos de asfalto, resultado de viejas tareas de recapado, por lo que ya no cumplen su función de escurrir las aguas de las lluvias.
El torrente que entró a los patios y a las mismas piezas hace varias semanas inutilizó muebles y electrodomésticos, además de resquebrajar la estructura misma de las casas.
Pedro García, frentista de esta zona capitalina, señaló que ya mantuvieron diálogo con autoridades de la Comuna capitalina y de la Essap para buscar una solución a este drama, pero que transcurrido el tiempo, no se materializa atención alguna por parte de las mismas.
Al respecto, indicó que remitirán notas a ambas instituciones para oficializar su reclamo de que se regularice este problema que ocasiona pérdidas materiales y causa preocupación en la gente.
Su vivienda también presenta daños de importancia, como pisos cedidos y paredes que se fisuraron por acción de la inundación.
TESTIMONIO. La señora Primitiva Domeq, quien tiene un pequeño copetín sobre la calle General Díaz casi Colón, explicó que en varias dependencias de su negocio se hundieron las baldosas y por el hoyo perdió un microondas, varias cajas de gaseosas y se le quemó un congelador.
“La verdad que es un peligro mantenerse en estas condiciones. Cuando sube el agua puede pasar cualquier cosa. Se puede desplomar la casa que está con grietas profundas o podemos electrocutarnos”, apuntó.
Al igual que otros vecinos, indicó que tiene pensado mudarse si las condiciones de riesgo se mantienen.
“Ya no se puede seguir así. Si las autoridades no nos hacen caso es mejor ir a otro lugar seguro”, puntualizó.
El agua sale por todos lados de la casa en vez de correr. Acá hasta podemos morir electrocutados. Rocío Benítez, vecina.