En estos años, a pesar del buen desempeño del producto interno bruto (PIB), la informalidad laboral se mantuvo relativamente, mientras que la pobreza redujo su ritmo de reducción y se volvió volátil, luego de muchos años de constante disminución.
La llegada de la pandemia nos encontró luego de 15 años de altos niveles de crecimiento sin capacidad financiera para enfrentar las medidas necesarias y con un mercado laboral totalmente desprotegido.
El producto interno bruto tiene limitaciones importantes como un indicador del desarrollo. Esto se sabe desde los años 90 en que, tanto la academia como los líderes políticos de países desarrollados e instituciones internacionales han venido proponiendo indicadores complementarios. Estos indicadores tenían que permitir analizar con más inteligencia el desempeño económico y, sobre todo, el desarrollo, la calidad de vida o el bienestar.
La centralidad puesta en el PIB ubica en segundo plano otros indicadores que afectan de manera directa a la economía de las personas. En Paraguay, el 85% de los ingresos de los hogares proviene del empleo, siendo uno de los países de la región de peor calidad del mismo.
Pero la situación puede agravarse en este 2021, si se considera el hecho de que ya se está observando un deterioro importante de las remesas. Estos aportes, que si bien en el promedio nacional tienen bajo peso relativo en los ingresos familiares, sin embargo para las familias que las reciben, que pertenecen a los estratos más bajos, la reducción de las mismas puede significar una caída relevante en sus niveles de consumo.
No hay que olvidar que Paraguay es un país que durante mucho tiempo ha expulsado a sus connacionales hacia el exterior en la búsqueda de mejores empleos.
Los países receptores de migrantes paraguayos están sufriendo un duro golpe por la pandemia, como Argentina, EEUU y España.
La migración de una población relativamente joven por razones laborales es otra de las señales negativas de un modelo de crecimiento económico que no es sostenible en el tiempo, más aún teniendo en cuenta que quienes migran tienen ambiciones, son emprendedores y están educados.
Los altos niveles de crecimiento económico de Paraguay nos han demostrado que no han sido suficientes para que la población en edad de trabajar encuentre buenos empleos, por lo que es necesario que el Gobierno implemente acciones para cambiar esta situación.
El año 2021 será una oportunidad, no solo para impulsar la recuperación de las pérdidas del 2020, sino fundamentalmente para cambiar la trayectoria del crecimiento, que claramente ha sido insatisfactoria en los años anteriores.