El encuentro, que se saldó con un 0-6 a favor del Bayern, ya estaba liquidado desde hacía bastante tiempo cuando aparecieron los carteles y cánticos en contra del Dietmar Hopp, el principal accionista del elenco local.
La reacción del público visitante llevó a parar incluso el partido hasta en dos ocasiones. En la segunda oportunidad, los futbolistas incluso fueron a los vestuarios. Al regreso, el compromiso ya no se disputó formalmente debido a que ambos equipos acordaron hacer una especie de huelga y gastar lo que resta del juego con una interminable serie de pases en solidaridad con el afectado.
Los jugadores del Bayern fueron hasta las gradas para recriminar la actitud de los hinchas, mientras que en el palco Rummenigge se acercó a Hopp para brindar apoyo.