David Robert Jones (Londres, 8 de enero de 1947), cambió su nombre por el de David Bowie a los 18: aunque nunca quiso explayarse al respecto, se sabe que tomó el apellido de un personaje del western El Álamo, un temprano reconocimiento a la cultura estadounidense.
Definir a David Bowie es difícil porque nadie como él cultivó más estilos, musicales o indumentarios, jugó a la ambigüedad con su sexualidad, se apartó de la política y hasta se permitió rechazar en 2003 un título nobiliario ofrecido por la reina británica, algo que Mick Jagger o Elton John aceptaron muy honrados, pero que Bowie rehusó sin hacer de ello una declaración de principios.
ÉXITOS. Bowie tuvo algo de Rey Midas de la música: todo lo que tocaba lo convertía en éxito, y de hecho una lista de sus canciones más populares daría para varias páginas. No porque supiera adaptarse a los gustos de las épocas, sino porque definió y marcó los gustos de generaciones enteras.
En un mundo musical en ebullición como era el Londres de los setenta y ochenta, Bowie convivió con el punk, la música disco, el techno-pop y el neorromanticismo, sin llegar a encasillarse en ninguno de esos estilos, sino manteniendo siempre un aura de originalidad por encima de todos ellos.
Larga es la lista de artistas de todos los estilos que tocaron y cantaron con Bowie, dando una nueva vida a esas canciones: Freddie Mercury o Annie Lenox con Under pressure; Mick Jagger con Dancing in the streets; Lou Reed con Waiting for my man; Tina Turner con Tonight; Cher con Young America, son algunos.
Además de la música, Bowie será recordado siempre por su elegancia natural, excentricidad en maquillaje, peinados, capacidad de disfrazarse, etc. Además de la música y la ropa, Bowie también pasó por el cine, actuó en papeles principales desde fines de los setenta. EFE
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