“La tecnología usada en la vacuna se describió por primera vez en la década de 1990. Se necesitaron varios años para que se desarrollara un producto estable que lograra ingresar a la célula, pero incluso cuando la tecnología ya estaba madura, fue difícil obtener financiamiento para el desarrollo de vacunas. Han habido intentos de desarrollar vacunas para influenza, CMV (citomegalovirus) y más con esta tecnología, pero solo con el brote de la pandemia se inició la movilización de las empresas farmacéuticas”, asegura la profesional. Y agrega que la inversión de grandes sumas de dinero y el apoyo de las autoridades occidentales permitieron el avance.
“Se trata de inversiones sin precedentes que han permitido un rápido avance. Sin embargo, el desarrollo y la aprobación de la vacuna ha pasado por las mismas etapas científicas rigurosas y ordenadas que atraviesa cada vacuna antes de su aprobación”, y explicó que ninguna salió sin las pruebas.
Paraguay cuenta actualmente con Coronavac, Covaxin y Sinopharm, que corresponden a vacunas de virus inactivados, y Sputnik y Oxford/AstraZeneca, que corresponden a vacunas de vectores virales.