25 sept. 2023

Backstage de la presencia de dos personalidades francesas en Asunción I

  • María Victoria Benítez
  • Universidad de París – Francia

La visita de dos personalidades francesas a Paraguay reforzaría la presencia francesa y contrarrestaría la de Estados Unidos, tras la reciente visita del vicepresidente Richard Nixon. En efecto, el presidente del Senado francés, Gaston Monnerville, llegó a Asunción en 1957, y el ministro Louis Jacquinot, en agosto de 1958, con el objetivo de desarrollar las relaciones bilaterales con países sudamericanos.

El viaje del Jacquinot a América del Sur revela las nuevas orientaciones diplomáticas de París hacia América Latina para reanudar y ampliar las relaciones con naciones que habían demostrado ser aliadas durante los dos conflictos mundiales, y permite comprender hasta qué punto las naciones occidentales, en función de sus intereses, permitieron a este continente entrar en el concierto mundial de las naciones.

Jacquinot mantuvo una larga conversación con Stroessner, durante la cual este le mostró un busto de Napoleón que tenía sobre su escritorio y del que era admirador. También se entrevistó con el presidente del Parlamento, el presidente del Consejo de Estado, Tomas Romero Pereira (francófilo), con quien habló de la nueva Constitución francesa y del hecho de que Paraguay estaba a punto de reescribir su nueva Constitución.

La reunión con el ministro de Relaciones Exteriores, Raúl Sapena Pastor, fue la más importante. Se firmaron las bases de un acuerdo franco-paraguayo, para la venta de equipos de bienes y servicios. Sin embargo, se consideró que debían reforzarse los vínculos en el ámbito cultural, especialmente mediante el intercambio de becas técnicas.

También tuvo lugar una reunión con representantes del Partido Colorado, tras un almuerzo en la Embajada y una colocación de coronas en el Panteón de los Héroes.

Madame Jacquinot estuvo acompañada de la esposa del embajador de Francia, Madame de la Sablière, y de doña Eligia Mora de Stroessner, quienes visitaron la leprosería. En la ocasión, cinco mil guaraníes fueron donados a las instituciones benéficas más necesitadas, mientras que ocho mil guaraníes fueron entregados a la Société la France y la Alianza Francesa. Jacquinot también condecoró a un médico paraguayo por sus servicios a la comunidad francesa en Paraguay.

Durante el almuerzo solemne, Raúl Sapena Pastor pronunció un discurso en el que evocó calurosamente la figura del general De Gaulle. Por su parte, Jacquinot exaltó la belleza del paisaje paraguayo, que pudo contemplar desde el avión, y la fraternidad de una misma civilización latina que une a los dos países. Recordó haber sido combatiente en las dos Guerras Mundiales, elogió al orgulloso pueblo paraguayo que dio los mejores ejemplos de energía y valor, y el profundo coraje del Mariscal López, sin olvidar a los valientes que lucharon en la Guerra del Chaco.

Sapena Pastor elogió al eminente estadista Stroessner, cuyo mandato presidencial acaba de ser renovado por un tercer año: “Paraguay ha decidido tan audazmente desarrollar con extrema rapidez la enseñanza pública, creando un gran número de escuelas primarias y secundarias, y fundando facultades e instituciones técnicas adaptadas a las necesidades de los tiempos modernos; proseguir un programa médico, emprender un plan urbano, crear una vasta infraestructura de carreteras y aeródromos, para hacer crecer la economía”.

Las masas populares, pobres sin ser miserables, parecían conquistadas por el régimen y su propaganda, y hay que reconocer que, con medios muy limitados, el gobierno abordaba la difícil tarea de modernizar el país.

Según Jacquinot, Francia y Paraguay asumen los retos que el destino les impone… “aunque las circunstancias a uno y otro lado del Atlántico son diferentes –siempre lo son–”, y los éxitos de Paraguay prefiguran los de Francia.

No faltaron críticas a Jacquinot: “Es el colmo de la cháchara diplomática antes de brindar por el general Stroessner”. La casi inexistente relación natural entre las dos naciones se construye artificialmente para ser celebrada. A falta de una historia común, se establecen paralelismos entre los dos países por una serie de puntos de unión, un espíritu latino (que debe ser prerrogativa de las élites locales...), un espíritu guerrero cuyo nacionalismo más banal es halagado por una evocación militarista de veteranos que evocan y celebran gestos guerreros presentados como fundadores de la nación moderna.

La visita de Jacquinot brindó la oportunidad de examinar dónde y cómo podría establecerse una cooperación más activa entre ambos países.

La venida del general Charles de Gaulle a América Latina (1964) estuvo precedida por una visita de cortesía a Asunción de dos personalidades francesas.