En el mes de octubre se aborda con más énfasis los temas relacionados al bienestar emocional, considerando que el 10 de este mes se recuerda el Día Mundial de la Salud Mental. Y en este campo contar con una autoestima fortalecida es factor clave.
En la actualidad, se tiene la creencia que la autoestima es como una meta, pero en realidad más que una meta es una dinámica. Este dinamismo se debe a factores ambientales e internos que van interactuando con el individuo.
“Cuando hablamos de autoestima, nos referimos a la actitud frente a uno mismo. No debemos confundirla con la aptitud, que está relacionada con la inteligencia, o con los talentos o para lo que soy apto de realizar. Hablamos de actitud, como el actuar que tiene una persona hacia sí mismo. Esas actitudes tienen su base en la percepción o estima hacia uno mismo”, explica Mg. Luis Iván Pineda, sicólogo clínico.
Por lo general, se habla de dos tipos de autoestima, alta y baja, pero en realidad podemos decir que hay tres, señala el profesional; la autoestima adecuada, que es la buena autoestima o positiva; está la exagerada, mal llamada autoestima alta, que es más bien negativa, y, por último, la autoestima baja.
Desarrollo. No se puede hablar de la autoestima en el adulto, sin antes hablar de sus cimientos, que es la autoestima en la niñez.
“Los padres son los principales responsables (entre otros) de la autoestima de los más pequeños. El factor protagonista en este desarrollo es el reconocimiento por parte de los padres y, más adelante o casi al mismo tiempo, otros reconocimientos significativos, que podrían ser cualquier persona en la que el niño deposita su confianza, y que en muchos casos son los que salvan a los niños de padres ausentes.
Pineda añade que este reconocimiento no debe de ser excesivo ni ausente, sino más bien, adecuado.
“Cuando los desvalorizamos (a los niños) ya sea con palabras o los ignoramos, les decimos con nuestro actuar que no los queremos, que no son queribles, lastimosamente, así lo sienten. Tuve adultos de 60 años llorando en consultorio por no haber sentido el amor de sus padres cuando eran niños”, agrega el profesional.
Hay otras formas que también son de reconocimiento; la muestra de amor, de afecto, de cariño. “Decir palabras bonitas a nuestros hijos les puede hacer muy bien. Decirles palabras como, ‘te quiero’ o ‘te amo’, van construyendo en ellos su autoestima, los va desarrollando. Este tipo de reconocimientos son los que ayudan a los niños a llegar a la adultez con la autoestima forjada, con un buen desarrollo personal y emocional”, apunta.
forma de ejercitarla. La pregunta que muchos se hacen es si la autoestima puede ser ejercitada. Al respecto, el profesional señala que se trata más bien de un ejercicio mental. Este ejercicio es recomendable realizarlo con un profesional de la sicología, ya que requiere de una guía. Se trata del recorrido de un proceso que inicia con el autoconocimiento, conocer aptitudes, personalidad, valores y motivaciones.
“Al conocerme, tengo creencias sobre mí mismo, puedo evaluar mejor las situaciones y cómo me hacen sentir, puedo aceptar mis defectos y virtudes, y ponerme en primer lugar, por supuesto, siempre desde la empatía”, refiere.
Está claro que una persona con autoestima adecuada tendrá respuestas más apropiadas ante diferentes situaciones; también actuará con actitudes positivas ante situaciones adversas, pero esto no hace que la persona no sea vulnerable al cansancio, al estrés, a sus propias necesidades.
Para tener una autoestima adecuada o, en este caso, mantenerla, es necesario pasar por algunos factores fundamentales, dos de los cuales serían los más importantes; el autoconocimiento, porque difícilmente vamos a querer algo que no conocemos, y la autoaceptación. “Una vez que me conozco y sé de mis defectos y virtudes, posiblemente, sea más fácil aceptarme. Las relaciones positivas suelen contribuir a su mantenimiento”, finaliza Pineda.