Por César Escobar
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Atyrá, una vez más, mostró su mejor imagen, no solo como la ciudad más limpia del Paraguay, sino por la calidez, la hospitalidad de su gente y mostrando lo mejor de su artesanía a los aficionados locales y sus paisajes a los que llegaron del extranjero.
Días antes del inicio de la competencia, la ciudad entera se preparó para recibir la fiebre del rally más extremo del mundo. La artesanía, la hotelería y la gastronomía fueron las principales propuestas. Los trabajos hechos en cuero fueron los que más llamaron la atención a los foráneos.
sin lugar. Días antes del arranque, varias casas del centro y de las compañías de Atyrá ofrecieron sus viviendas a los visitantes para tener un lugar seguro durante el día de la competición.
Los alquileres variaban, pero el precio promedio por noche era de G. 100.000. En las despensas cercanas a las zonas de competición hubo también ganancias, donde las bebidas heladas fueron las más requeridas
respetaron las reglas. Un correcto comportamiento demostró la afición paraguaya que vivió con todo por primera vez la experiencia de un Dakar en nuestro país.
Desde las 6.00 de la tarde del 1 de enero hasta finalizada la competencia en nuestro país, los efectivos de la policía nacional en conjunto con los encargados de la seguridad del evento realizaron un minucioso control a fin de que las personas no puedan estar en lugares no establecidos por la organización del evento y sean destinadas en puestos específicos.
A pesar de la cantidad de espectadores, la seguridad tuvo un buen desempeño y por fortuna no se registraron incidentes mayores durante la carrera.