Desde hace una década las agroindustrias pelean incluso con acciones de inconstitucionalidad respecto a la devolución del 100% del IVA que se les niega. Hasta el momento no tuvieron éxito y desde la reforma tributaria además rige la no devolución del tributo, tanto para las industrias que procesan oleaginosas como para las exportadoras de granos sin procesar.
En Buenos Aires, Argentina, la gerente de la Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas y Cereales (Cappro), Sandra Noguera, mencionó que estas medidas son un trato diferenciado en perjuicio de las plantas, que por su naturaleza tienen más gastos fijos, especialmente en salarios e inversión en infraestructura. Recordó que las agroindustrias emplean de forma directa e indirecta a casi 9.000 personas.
En el país vecino, en cambio, se incentiva el valor agregado, pues la retención de impuestos es mayor para los commodities que para las fábricas. “Tienen que existir políticas espejos que puedan dejar de lado esas diferencias de trato que le dan al producto industrializado versus el que está en estado natural”, insistió Noguera ante representantes de aceiteras en Argentina.
Los demás empresarios anfitriones coincidieron con esta posición y la reforzaron al explicar que hay un aumento de la demanda de biodiésel que necesita abastecerse de aceites, además de los alimentos que se necesitarán ante el crecimiento demográfico mundial. Agregaron que para el productor significa una demanda estable, precios promedio más altos y logística sin estacionalidad, entre otras ventajas.
Otras medidas. Argentina tiene permiso para mezclar en su molienda granos de diferentes procedencias, mientras que el Estado paraguayo exige separar en los depósitos y fletes, haciendo que los costos se disparen y que sea inviable la aplicación del régimen de admisión temporaria que permitiría el abastecimiento durante todo el año con materia prima de otros países en caso de que la producción nacional no cubriera la demanda.
Durante un recorrido por las aceiteras argentinas, los trabajadores mencionaron que gracias a esta medida, las empresas pueden conseguir más granos de otros países ante la sequía que mermó su producción local, un beneficio que las aceiteras de Paraguay no pudieron hacer efectivo el año pasado para mitigar la peor cosecha de soja de la historia.
Las plantas industriales instaladas en Paraguay intentan “desprimarizar” las exportaciones. Reclaman ventajas impositivas y operativas que den competitividad a los subproductos.
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