05 ago. 2025

Acciones ante un sistema colapsado

Por Gustavo A. Olmedo B

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La pandemia del coronavirus está mostrando con toda crudeza y crueldad la terrible precariedad del sistema público de salud de nuestro país. Las escenas de desesperación y angustia que se observan con mayor fuerza en estos días en los centros referenciales de atención a personas afectadas por el Covid-19 desnudan una realidad que, tristemente, ya se vive desde hace años en Paraguay: un sistema sin medicamentos ni insumos en la cantidad y calidad necesarias, en donde las familias de escasos recursos y clase media deben recurrir a préstamos, polladas, rifas y donaciones para enfrentar los casos de enfermedad; un sistema en el que los profesionales de salud, en muchas casos, no cuentan siquiera con los elementos básicos para realizar su trabajo.

Esta crisis de salud, a través de los medios, está poniéndole rostro y voz al silencioso calvario que desde hace años soportan miles de paraguayos en hospitales y centros de salud.

Pero ahora la situación es aún más crítica. Nos encontramos en el peor momento de la pandemia, con récord de infectados e internados, con stock de medicamentos y camas de terapia e internación al límite. El colapso parece inminente.

Y es aquí donde las acciones del gobierno y sus autoridades deben ser tanto rápidas, concretas y efectivas, como racionales y transparentes; está juego la vida de cientos de personas; no se trata de defender un partido político o aprovechar para atacar al candidato que no queremos.

Es aquí donde las autoridades deben “salir a poner la cara” como se dice comúnmente. En un momento como este no valen las medias tintas y los eufemismos. La gente simplemente quiere acciones concretas y de emergencia para salvar la vida de sus seres queridos. Si hay que declarar una emergencia y solicitar ayuda internacional, pues, hagámoslo.

Y es aquí también donde surgen las preguntas que el Gobierno con sus autoridades deben responder con claridad y celeridad; no importa cuántas veces se repita la respuesta. Hay que salir a hablar y aclarar. La opinión pública lo exige.

¿Por qué no hay medicamentos ni insumos a pesar de los más de G. 1.600 millones de dólares de endeudamiento por la pandemia? ¿Cuál es el porcentaje de este monto que fue destinado a Salud? ¿Qué medidas inmediatas se tomarán ante el colapso del sistema? Ante la escasez de medicamentos a nivel internacional ¿Existe un plan de contingencia preparado para este escenario? Entre otros tantos cuestionamientos que surgen. Sin dudas, la falta de previsión es uno de los principales cuestionamientos.

El gobierno debe entender que toda pregunta desatendida es caldo de cultivo para la rabia, las medias verdades o la mentira.

“Marito vení al Ineram, andá a Clínicas, a Ingavi para ver la realidad del sistema. Que venga a aterrizar en el campo de batalla, que venga a ver a su gente…” reclamaba el coordinador del Ineram ante los medios de comunicación, revelando una imagen negativa que fue ganando fuerza en la opinión pública: el presidente Mario Abdo “vive en un termo”. Además, ¿Es razonable alabar el sistema de salud en medio de un acelerado crecimiento de internados? Debería ser un tema no solo comunicacional sino político a tomarse en serio, pues, ningún país puede salir adelante con sus autoridades viviendo en burbujas, ajenas a las necesidades y realidades de la mayoría. Este es un momento clave y crítico para el país; uno que exige acciones concretas y no mezquinas de la clase política, de los referentes sociales, gremiales, de todos. Pescar en río revuelto no tendrá beneficios en comparación a medidas concretas y realistas, coordinadas y efectivas.

Este no es momento de incentivar el odio sino la unidad y solidaridad de todos los sectores, incluyendo al empresarial, a las farmacéuticas y los propietarios de sanatorios que mucho también pueden aportar. En esta coyuntura, cualquier discusión que no tenga como prioridad salvar vidas de manera urgente, solo será verborragia estéril y mezquina.