En la declaración que hizo como anticipo jurisdiccional de prueba, el testigo relató que cuando acudió a la Fiscalía de Pedro Juan Caballero, lo primero que hizo Blanco cuando entró a su despacho es advertirle: “¿Vos pico sabés a quién pa le vas a involucrar che ra’y (mi hijo)?”.
“Le contesté que voy a declarar, y luego declaré todo y no puso el nombre de Gringo (González), porque también me asustó el fiscal y me callé nomás (sic)”, contó el testigo. Se trata de un policía que denunció que sus camaradas sacaron la droga de la Jefatura. Sus compañeros le amenazaron de muerte para que no cuente nada de lo que vio y le advirtieron que la droga fue robada por orden de Clemente Gringo González, un presunto pez gordo del narcotráfico en Amambay.
Si bien Blanco negó haber realizado cualquier tipo de amedrentamiento al testigo, Díaz Verón dispuso un sumario administrativo para esclarecer lo ocurrido.
Blanco fue el primer fiscal que investigó la desaparición de la droga de la sede policial y luego el caso quedó con los fiscales Ysaac Ferreira, Elba Cáceres y Óscar Valdez. A base de la declaración del testigo y otros elementos, los agentes imputaron a Gringo y a su hijo, Édgar López. Actualmente ambos están prófugos y con una orden de captura internacional en su contra. La imputación señala que González ordenó a López que recupere la droga incautada y que el hijo hizo esto con la ayuda de tres policías y su esposa, María Elizabeth Ferreira.