Por Alfredo Penzzi
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Desde que llegó al poder en el 2008 a esta parte, el presidente Fernando Lugo dio un giro político importante con respecto a su alianza con el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), trayendo consigo un ambiente tenso entre ambos, que por las últimas acciones pareciera que tiende a agravarse.
El jefe de Estado no solo fue quitando puestos considerados claves a los azules, sino que potenció a la izquierda, nucleados en el Frente Guasu, y en algunos casos a colorados considerados luguistas.
Al inicio del gobierno, los liberales gozaban de la gracia presidencial y obtuvieron jugosos cargos como la dirección general de Itaipú, adonde fue a parar Carlos Mateo Balmelli.
También se alzaron con una buena parte de los ministerios más importantes del gabinete. Es así que Blas Llano ocupó la titularidad de Justicia y Trabajo, Efraín Alegre fue a Obras Públicas y en Agricultura quedó designado Cándido Vera Bejarano, quien posteriormente fue reemplazado por Enzo Cardozo. Industria y Comercio fue otorgado a Martín Heisecke, uno de los principales financistas de la campaña de Lugo, quien luego lo destituyó y lo reemplazó por Francisco Rivas.
ESTRATEGIAS. Si bien los problemas entre Lugo y el PLRA comenzaron poco después de la asunción del exobispo al mando, la indisciplina partidaria de los liberales, quienes pedían más participación en las decisiones del Gobierno, fue ahondando la tensión.
Para calmar las escaramuzas, lideradas casi todo el tiempo por el mismo vicepresidente Federico Franco, el exobispo hizo dejar a Llano la cartera de Justicia y Trabajo. Llano cedió el puesto a otro leal, Humberto Blasco, para volver a ocupar su curul en el Senado, a fin de apaciguar los ánimos azules y lograr los números para aprobar proyectos del Ejecutivo. Pero esto no resultó como se esperaba.
La tensión siguió aumentando hasta que llegó en estos últimos tiempos a su pico máximo con la traba que pusieron los azules, aliados con los oviedistas, a la confirmación de los titulares de Itaipú y Yacyretá, Gustavo Codas y Miguel Fulgencio Rodríguez, respectivamente.
Codas quedó marcado por haber arrebatado Itaipú de Mateo Balmelli, mientras que Rodríguez había desbancado a la también liberal Elba Recalde de la EBY.
La discusión entre el mandatario y el PLRA se fue intensificando, teniendo como principal tema la repartija de cargos. Es que, además de las embajadas vacantes y otros puestos, está en espera la Fiscalía General del Estado, cargo para el cual Lugo propuso al colorado Javier Díaz Verón, pero que los liberales reivindican para sí.
CONTRAGOLPE. Tras la decisión del Senado de obligar a Lugo a sacar a Codas y Rodríguez, el mandatario se mostró intransigente hacia sus aliados liberales y respondió al gran golpe que recibió en el Congreso con otro golpe: la destitución de la embajadora en Chile, Mirta Vergara de Franco.
Para mostrarse aún más desafiante hacia sus aliados, el presidente hizo un enroque en Itaipú al dejar a Codas como consejero y llevar en las direcciones claves a referentes izquierdistas como Diana García, un militante del P-MAS, liderado por Camilo Soares. Estos desplantes de Lugo hacia los liberales hacen que se consolide cada vez más la izquierda en el Gobierno.
EL PEDIDO DE DIÁLOGO CAYÓ EN SACO ROTO
La decisión tomada por el Directorio del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), de solicitar una reunión al presidente Fernando Lugo, no tiene una respuesta oficial y todo apunta a que no se realizará.
Algunos azules piden al jefe de Estado un encuentro institucional para dirimir las diferencias y encontrar el camino para apaciguar los ánimos, que hasta ahora siguen caldeados entre ambos.
La nota ya fue remitida al presidente Lugo, quien, contrariamente al espíritu de la nota, convocó a los liberales considerados luguistas, como el senador Luis Alberto Wagner y el ministro Víctor Ríos, para hablar de la problemática con el PLRA.
Esto no cayó nada bien en las carpas azules. El gobernador de Central, Carlos Amarilla, con un tono conciliador, emitió el viernes un discurso frente al mandatario, donde aparte de alabar la gestión presidencial, aprovechó la ocasión para pedir mayor apertura del presidente para un diálogo con el PLRA.
La clara división existente ahora mismo entre los liberales con respecto a su relacionamiento con el Ejecutivo se ahonda y la actitud de Lugo no colabora para la unidad en la institución partidaria.
Desde el entorno presidencial ven con buenos ojos el pedido liberal. Pero nadie habla de la reunión en sí.
Esta semana los senadores podrían asestar otros golpes al Ejecutivo. Están pendientes acuerdos para Fiscalía General y para Embajada en Brasil.