Un recuerdo imborrable que ahora que acaba el año el actor quiere dejar atrás, con película y papel nuevos.
Pocas eran las probabilidades de que un acontecimiento marcara la entrega del Oscar con mayor impacto que el que causaron los actores Faye Dunaway y Warren Beatty en 2017 cuando entregaron el Oscar más esperado de la noche a La La Land, cuando el ganador a mejor película era Moonlight.
Pero el actor de Men in Black lo logró el pasado mes de marzo, cuando dejó su asiento en primera fila para entrar en el escenario del Dolby Theatre y darle una bofetada al presentador y comediante Chris Rock, que acababa de hacer un chiste sobre su esposa, Jada Pinkett Smith.
Risas incómodas, asombro y desconcierto. Buena parte de los asistentes –y millones de personas que seguían la gala en vivo– tardaron unos minutos en averiguar lo que pasaba, y muchos pensaron que era una broma de la gala o una táctica para mejorar la audiencia.
Las dudas las disipó el propio Smith cuando muy poco después salía a recoger su galardón como mejor actor por su papel en King Richard y lo hacía con la cara desencajada y el rostro bañado en lágrimas, tratando de justificar con su discurso lo que acababa de hacer.
Poco más se recuerda de esta gala. La bofetada, la falta de una reacción inmediata por parte de la Academia y los debates a favor o en contra del comportamiento de Smith y Rock coparon los medios y las redes sociales.
Después llegó el veto de la Academia –que impide a Smith volver a la gala en una década– y se detuvieron dos proyectos que el actor tenía con Sony y Netflix, con lo que el artista fue una víctima más de la denominada “cultura de la cancelación”, es decir, de un boicot general.
No obstante, para Robert Thompson, profesor de la Universidad de Siracusa (EEUU) y fundador del Centro Bleier para la Televisión, este tipo de “cancelación” no es nueva y sus repercusiones son relativas. “Es un poco inocente pensar que cualquier error puede hacer que te ‘cancelen’, no hay leyes que dictaminen que un caso como el de Smith le impida hacer películas. Las productoras son las que deciden, pero ¿qué hay de nuevo en eso si la gente siempre ha sido despedida de sus trabajos por no cumplir con sus estándares?”, comentó.
En cualquier caso, como apunta el profesor de la Universidad de Nevada Benjamin Burroughs, el incidente volvió a mostrar la fuerza que tienen los medios tradicionales en la creación de opinión. EFE
Más allá de la TV
“Es cierto que la popularidad de los acontecimientos televisivos ha disminuido, pero siguen teniendo la capacidad de actuar como momentos de ruptura; la bofetada existió en tevé pero se extendió más allá de sus limitaciones y se repitió continuamente”, explicó experto en medios de comunicación y digitales.