El Paraguay es un país agrícola y ganadero, me enseñaron cuando estaba en la escuela. Sigue siéndolo, pero a la agricultura y la ganadería tradicionales han reemplazado la agricultura y la ganadería comerciales orientadas a la exportación y no al consumo interno. El cambio ha significado un aumento de la superficie de la tierra dedicada a producir para la exportación y una disminución de la dedicada a producir para el consumo interno. Hoy la desproporción llega al 92% (exportación) frente al 8% (consumo), según el libro Yvy jára: Los dueños de la tierra en el Paraguay, escrito por Arantxa Guereña y Luis Rojas Villagra, con el auspicio de Oxfam. Oxfam es una prestigiosa ONG internacional consagrada al estudio de la tenencia de la tierra en América Latina.
El libro presenta lo que se puede saber sobre la tenencia de la tierra en el Paraguay sobre la base de las estadísticas oficiales, que no es todo, por varias razones. Primero: porque el último censo de la propiedad es el 2008, y mucha especulación inmobiliaria se ha dado desde entonces; segundo, porque el registro de la propiedad es confuso; tercero, porque se quiere que sea así.
La historia es vieja: ya Teodosio González, en su libro Infortunios del Paraguay, lamentaba la confusión deliberada en los títulos de propiedad, consecuencia de la venta (y regalo) de las tierras fiscales efectuada a partir de la promulgación de las leyes de 1883 y 1885. Pese a las tentativas de reforma agraria, y a la Constitución de 1992, que consagraba el imperativo de la reforma agraria, el sistema de tenencia de la tierra no ha cambiado mucho. Yvy jára señala que, entre 1954 y 1988, Stroessner y sus amigos se adjudicaron irregularmente unos siete millones de hectáreas de tierras fiscales y, entre 1989 y 2003, se dilapidaron casi un millón más de tierras fiscales. Lo constató la Comisión de Verdad y Justicia, que entregó su informe a la Procuradoría y a la Fiscalía en 2008, sin que hasta el momento el Estado haya recuperado sus tierras. Eso quizás se deba a que entre los presuntos beneficiados por la reforma agraria se encuentre el propio Horacio Cartes. No lo dice Yvy jára, pero lo dice el refrán popular: entre bueyes no hay cornadas.
Tomando del censo de 2008, se constata que el Paraguay es el campeón mundial de concentración en la propiedad de la tierra. 12.000 propietarios tienen el 90% de la tierra; el 10% restante queda para los medianos y pequeños propietarios; los pequeños, de más en más, migran a las ciudades para engrosar los suburbios. La aristocracia francesa (25.000 familias, 350.000 personas), tenía solo el 20% de la superficie cultivada de su país en 1789; se quedó con mucho menos porque la revolución les expropió sus tierras. Ya sé que las comparaciones son odiosas, pero algo dice esta comparación sobre la tenencia de la tierra.