19 abr. 2024

Ya no hace falta quemar libros

Sergio Cáceres Mercado - sergio209@lycos.com

En estos días en que llegó la información de que en Rusia se emitirá el año entrante un reality show donde los protagonistas pueden llegar a ser asesinados, violados o mutilados si fuese necesario, toda la crítica y miedo a la televisión volvieron a mi mente, como es el caso de lo escrito por Bradbury.

"¿Quién se ha arrancado alguna vez la garra que le sujeta una vez que se ha instalado en un salón con televisor? ¡Le da a uno la forma que desea! Es medioambiente tan auténtico como el mundo. Se convierte y es la verdad”. Era 1953 y Ray Bradbury ya preconizaba en su novela Fahrenheit 451 lo que podía significar la televisión como propulsora de una imagen del mundo opuesta a lo que los libros propusieron tradicionalmente. Cuando su libro cumplió cuarenta años, el autor escribió un prólogo para la edición homenaje y recordaba a uno de sus personajes que vaticinaba un mundo donde quemar libros ya no sería necesario: “Si el baloncesto y el fútbol inundan el mundo a través de la MTV, no se necesitan Beattys que prendan fuego al kerosén o persigan al lector. Si la enseñanza primaria se disuelve y desaparece a través de las grietas y de la ventilación de la clase, ¿quién, después de un tiempo, lo sabrá, o a quién le importará?”. Bradbury es lapidario en 1993: “Porque no hace falta quemar libros si el mundo empieza a llenarse de gente que no lee, que no aprende, que no sabe”.

En 1980, Umberto Eco escribía en un ensayo hablando de la característica de la Neo TV: “Trata entonces de retener al espectador diciéndole: ‘Estoy aquí, yo soy yo y yo soy tú’”. Eco comprende el esfuerzo que hacen las producciones televisivas por lograr empatía con el televidente. Los realities son el mejor ejemplo de tal empeño, pero no son los únicos. En realidad toda programación que atrape con un contenido vacío con tal de lograr el ráting buscado aplica a tal categoría.

Los estudios sobre la televisión son innumerables y de toda índole. Algunos tienen un tono casi apocalíptico, como fue el conocido libro Homo Videns del cientista político Giovanni Sartori. Afirmaba que la televisión era un aparato antropogenético, es decir, estaba generando un nuevo tipo de hombre, ya no el homo sapiens (con capacidad de pensar) sino el homo videns (con capacidad de ver). Decía que íbamos a un empobrecimiento hacia la capacidad de comprender ideas abstractas o todo tipo de argumentación racional a causa de nuestro acostumbramiento a imágenes que ya lo dicen todo para nosotros y no nos exigen que pensemos.

¿Hay en Paraguay algún programa televisivo que fomente un espíritu crítico? Creo que no llegamos ni a dos títulos. Lo que más abunda es el entretenimiento, lo que está bien, pero no tanto cuando es la única oferta. Habla muy mal de los objetivos que persiguen nuestros canales y de los telespectadores conformistas.

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