En guaraní eso significa tonterías o pamplinas. De esas cosas a las que somos muy afectos los paraguayos, vivamos en Asunción o en Potrero Ybaté, donde retornó el que no solo leía mis artículos primero, sino que los corregía, muy especialmente las palabras en guaraní, y que se acaba de jubilar: Mario Rubén Álvarez. Linda manera de reconocernos viejos es cuando los buenos amigos se jubilan a pesar de que hay mucho “mandi’o jekyty” por hacer. Nos perdemos en las cosas sin trascendencia, como bien lo recordó en la laureada película Spotlight el jefe de redacción a sus periodistas del Boston Globe. El tema no era publicar los nombres de los curas pedófilos o amorales, sino ir contra el sistema que permitía que existieran más de 90 depredadores sueltos en Boston y miles en el mundo de los clérigos.
El problema no es el planillerismo, el chonguismo o el puterío de la función pública, sino el sistema que lo permite. La pelea a cuerpo gentil en el Senado, esta semana, por un simple cargo de relaciones humanas, no tiene que ver con la persona en cuestión que ha sido sustituida, sino con el impacto que tiene esa movida en el sistema de prebendas y clientelismos que habita en el Congreso y en todas las reparticiones públicas. No interesa el partido tampoco, eso es secundario si el que viene sostiene “la línea de producción” que convierte a un ignaro funcionario ascensorista en alguien que gana más que un gerente de sucursal del banco más exitoso de plaza.
Estamos perdiendo el tiempo en vyrésa cuando debemos atacar el sistema. Y los výro también son aquellos que creen que esto puede continuar igual sin ningún costo para ellos. Los Ibáñez, Bogado, Radice o Ramírez Zambonini y otros deben reconocer que el sistema hoy está expuesto ante los ojos de la gente y que las filtraciones son parte de este cambio de era que se oponen en reconocer. El próximo año se cumplirán 500 años de la primera gran revolución mundial. La que inició de manera absolutamente inocente un monje católico harto de la venta de indulgencias en la Iglesia. Los políticos se dieron cuenta del cambio solo cuando las cabezas de Luis XVI y María Antonieta rodaron por las calles de París más de 200 años después.
Están intentando distraer y detener las cosas, pero sobre todo el tiempo que vivimos, y eso no es posible. Lo intentaron en Brasil con un escándalo de corrupción de 10.000 millones de dólares y tontamente ni Lula ni Dilma y menos el PT creen que pueden salvarse. Lo mejor que pueden hacer es darse por detenidos, y eso solo porque el harakiri no es parte de la cultura de los brasileños, a pesar de los muchos japoneses que viven en São Paulo.
Son nuevos tiempos y es mejor dejarse de vyrorei. Las deliberaciones tontas del Congreso son insostenibles, la conversación sobre la reelección presidencial absurda o los cambios en la Justicia... tontos. No vamos a resolver los grandes temas del país con tonterías inventadas para giles. Ya lo demostró la Municipalidad de Asunción con sus 600 supuestos planilleros o la megaevasión que denunció la Secretaría de Tributación. Hay que ser serios y atacar el sistema que permite tontamente distraerse en las vyrésa.
Quizás el retornado poblador de Potrero Ybaté nos obsequiará algún libro sobre las tonterías que nos mantienen atrasados tantos años o tal vez solo se reirá de estas líneas. Buena jubilación, Mario, en tu silla de dos patas.