La mujer, que pidió se reserve su identidad por miedo a represalias, manifestó que la ola de robos coincide justo con la llegada de refugiados al parque Mburicaó, ubicado detrás del Hospital Juan Max Boettner. Los pobladores de la zona, en general, piden un mayor control de parte de la Policía.
Con candado. “Ahora la inseguridad es desesperante. Yo soy nacida y criada en este barrio y es la primera vez que tengo que andar encerrada en mi casa con candado. Años anteriores, jamás se nos hubiera ocurrido poner una cadena o un candado a nuestros portones. Ahora, estamos todos encadenados”, manifestó Dolly de Mendieta, pobladora del lugar y propietaria de una casilla donde vende comidas, que también ya fue visitada por los ladrones, que destruyeron los candados que puso para resguardar su local y se llevaron varios objetos.
La comerciante explicó que esta sensación de inseguridad no se daba en años anteriores. Indicó que el Hospital Max Boettner también ya fue alcanzado por los robos. Según la vecina, pasadas las 18.00, algunas personas salen a realizar asaltos callejeros y robos domiciliarios. “En el hospital ya se robaron hasta motos del estacionamiento. El director tuvo que aumentar la cantidad de guardias para que la situación no se desborde”, agregó.
Situación compleja. El comisario Pablino Méndez, jefe de la Comisaría 19ª Metropolitana, admitió que la situación es compleja, pero que se está trabajando para que la situación no se desborde.
“Hay muchos vecinos que están molestos por la presencia de los damnificados. Nosotros no reportamos hechos relevantes como asaltos y robos. La gente tiene que comprender que estamos en una situación de emergencia”, expresó el policía, quien explicó que su personal está realizando un censo para determinar la cantidad exacta de familias que viven en el refugio.