La columna de Mario Vargas Llosa en la edición dominical de Última Hora es de lo más interesante y bellamente escrito que solemos tener los fines de semana. Como suele hacerlo habitualmente, el texto es una reseña y reflexión a partir de un libro, en este caso ¿Para qué filósofos?, de Jean-François Revel. No puedo evitar referirme a ella.
Revel fue un filósofo importante en la Francia del siglo XX; fue la voz intelectual de cierto liberalismo y del antimarxismo, en coro con Raymond Aron y otros. La virulencia de los ataques a la izquierda que provienen de Revel tiene la potencia de los conversos, pues al igual que Aron (y Vargas Llosa en su momento) fueron activos militantes socialistas hasta que se pasaron al bando contrario.
Lo más resaltante de la pequeña obra que menciona Vargas Llosa es que es una crítica feroz a filósofos franceses y de otras nacionalidades, no solo contemporáneos, sino de otras épocas. Y digo resaltante porque proviene de un filósofo que al hacer su crítica se rehúsa a ponerse el sayo. Revel hace el cómodo paso al costado para disparar contra los colegas con quienes no comulga, todos justamente ubicados a la izquierda y de una popularidad que superaba las fronteras y los tiempos. Es imposible, en este sentido, no percibir un aire de resentimiento en su diatriba.
Creo que muchas de las críticas hechas a la jerga oscura que tiene la filosofía de su época y que dura hasta hoy son válidas. Sin embargo, en otros casos, su incomprensión de tal vocabulario proviene de un reduccionismo hacia lo que la filosofía debería ser. Revel cree que la filosofía debe ser innovadora en el sentido de las ciencias, y acá radica uno de sus errores. Pretender que la filosofía comparta los mismos objetivos, metodológicos y epistemológicos de la ciencia, es tener una imagen platonizante de la misma.
¿Debe ser criticada la filosofía? Claro que sí. Todo el tiempo. La filosofía es crítica, en primer lugar, y ella debe ser pasible de lo mismo. Revel, como muchos entre los que se cuenta Vargas Llosa, acomete esta tarea. Lo que parece olvidar, justamente él que recurre a los griegos como una tabla salvadora, es que discutir a la filosofía es también filosofar, como lo señaló Aristóteles. En simples palabras, la filosofía, que es argumentación, crítica y postura ética, solamente puede ser contestada con otra argumentación, crítica y postura ética.
Si algo tiene de universal la filosofía es que es un producto humano determinado por la cultura y la época del filósofo. ¿Hay incoherencia en esto? Absolutamente. En esto radica la aventura filosófica, detalle al que Revel no puede substraerse por más que les pese a Vargas Llosa y demás adláteres.