26 abr. 2024

Una regla fiscal de segunda generación para el Paraguay

Felipe Larraín B. (Ex ministro de Hacienda de Chile. Director Clapes UC y profesor titular Universidad Católica de Chile)

Felipe Larraín B.  (Ex ministro de Hacienda de Chile. Director Clapes UC y profesor titular Universidad Católica de Chile)

Felipe Larraín B. (Ex ministro de Hacienda de Chile. Director Clapes UC y profesor titular Universidad Católica de Chile)

En los últimos años, prestigiosos economistas han planteado que las buenas instituciones son cruciales para el desarrollo y el crecimiento de los países. Así lo ha demostrado el Premio Nobel de Economía Douglas North, y Daron Acemoglu y James Robinson en su lúcido libro Por Que los Países Fracasan.

Lo que entendemos por instituciones puede tomar varias formas, entre ellas la formación de reglas que todos entendemos y respetamos. Un ejemplo obvio es el caso de países que se rigen por una constitución escrita, y donde los contratos se cumplen. Estos países muestran generalmente mejores indicadores que otros países donde no se cumplen los contratos.

Asimismo, la existencia de un marco macroeconómico ordenado ha sido también un pilar que permite el crecimiento económico de los países. Dentro de este pilar macroeconómico, el sector público cumple un rol crucial. Lamentablemente, muchas veces las finanzas públicas tienden a desordenarse, no solo por shocks externos no controlables por las autoridades, sino que también por decisiones propias que llevan a casos de sobreendeudamiento de los Gobiernos, una suerte de “error no forzado”. Este tipo de comportamiento en el sector público puede evitarse generando instituciones que velen por una política fiscal eficiente y responsable.

En este contexto, y como forma de alcanzar estos objetivos, ha irrumpido con bastante fuerza en el mundo la idea de instaurar reglas fiscales. Siguiendo esta idea, Paraguay dictó en el 2013 la Ley 5098 de Responsabilidad Fiscal. Esta regla tiene claros beneficios en el mediano plazo, al impedir aumentos exagerados del nivel de deuda pública. Sin embargo, la regla puede imprimir volatilidad macroeconómica excesiva en el corto plazo. Efectivamente, si el déficit fiscal se encuentra ya en su tope de 1,5% del PIB, en un escenario de recesión se requiere una disminución en el gasto público para seguir cumpliendo el tope del déficit, lo que le quita impulso a la política fiscal justamente cuando es requerida. Una segunda consecuencia indeseada es que posiblemente parte de esta disminución de gastos lleve a desfinanciar programas sociales, y en ese caso son los más pobres los que sufren por tener esta regla. Además, la regla no establece mecanismos en la parte alta del ciclo económico. Esto permite, que en caso de un buen ciclo se puedan gastar todos los ingresos extraordinarios, sin ahorrar nada para los años de desaceleración o recesión en el futuro. Si esa fuera la decisión de la autoridad política en la parte alta del ciclo, no solo no existen ahorros para periodos de menor actividad económica, sino que la política fiscal nuevamente pasa a ser procíclica.

En la Biblia, José le dijo al faraón al interpretarle su sueño que cuando hay periodos de vacas flacas y vacas gordas lo responsable es ahorrar en los años buenos y desahorrar en los malos. Eso es seguramente también lo que hace cualquier padre de familia, cuando piensa en el futuro y se prepara para etapas más complicadas. En el caso de la política fiscal, una alternativa de mejora a la actual regla es el uso de una regla de meta fiscal estructural, que permite ahorrar en los años en que la economía se expande sobre su tendencia, y desahorrar en los años malos del ciclo económico. Este tipo de comportamiento fiscal genera menos volatilidad de corto plazo, pero mantiene las positivas propiedades de mediano plazo en cuanto a incrementar la acumulación de activos y a evitar la acumulación de deuda y, además, evita que tengamos que recortar gastos sociales cuando tengamos una recesión.

Este tipo de instituciones son importantes porque dan estabilidad a las reglas del juego y permiten saber de antemano cómo actuará la autoridad fiscal del Paraguay en el futuro dentro de un esquema de responsabilidad fiscal. Esta regla hace aún más atractivo al Paraguay para inversionistas extranjeros y nacionales, y puede permitir mejorar la clasificación de riesgo país, acercándolo al grado de inversión. Una regla fiscal estructural permitiría a Paraguay alcanzar las mejores prácticas de las instituciones fiscales en el mundo. Sin duda, contribuiría a cimentar el camino al desarrollo del país.

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