Vestido con ropas de civil para no ser reconocido, en su horario de servicio activo como agente policial, el suboficial principal Hilario Benítez, de la Comisaría Primera de San Lorenzo, fue grabado y fotografiado durante cuatro días realizando guardia frente a una empresa comercial crediticia, sobre las calles Garibaldi y Teniente Maschio, en dicha ciudad.
Este fue uno de los primeros casos presentados en la edición de ayer de Última Hora y en los informes noticiosos de Latele, como resultado de una nueva investigación periodística, que demuestra que las famosas prácticas de corrupción de policías que prestan servicios como guardias privados a casas comerciales, negocios y casas particulares, sigue plenamente vigente, a pesar de que casos similares han sido denunciados ya en numerosas ocasiones anteriores.
Lo más llamativo es que el propio jefe de la Comisaría Primera de San Lorenzo, comisario Arnaldo Cantero, reconoció que el hombre de la fotografía era un oficial a su cargo e intentó justificar su actuación, asegurando que los efectivos realizan un trabajo de custodia “por cuadrante”, teniendo varias cuadras a su cargo. Sin embargo, durante los cuatro días en que el equipo periodístico vigiló al agente, este nunca se movió de frente al local comercial que custodiaba. Tampoco el comisario Cantero supo explicar por qué la guardia la realizaba con ropas de civil y no con el uniforme policial reglamentario.
El primer efecto de la investigación es que la Comandancia de la Policía Nacional emitió una circular, en la cual ayer recordó a directores de zonas, de Apoyo Táctico y Técnico, del Centro de Seguridad y Emergencias, así como a jefes de Policía, de Departamentos, de Agrupaciones, de Orden y Seguridad, a jefes de comisarías, subcomisarías y puestos policiales, que existe una prohibición absoluta para el personal policial de realizar guardias privadas, a menos que dichas guardias hayan sido autorizadas por “autoridades competentes mediante documentos respaldatorios”, como ser una orden judicial, fiscal o resolución de la propia Comandancia.
Una vez más, salta a la luz la gran corrupción que sigue imperando dentro de las filas policiales, ya que al privilegiar a negocios privados y domicilios particulares, se deja sin cobertura de seguridad a amplios sectores de la ciudadanía en un momento en que abundan las denuncias sobre casos de robos, asaltos, ataques y otros crímenes y delitos cometidos en la vía pública, en barrios y zonas céntricas. Es necesario adoptar medidas más drásticas desde las altas instancias del Gobierno y desde la Fiscalía y la Justicia para erradicar este mal.