28 mar. 2024

Un día en el museo

Asunción ofrece atractivos culturales poco valorados, tal vez por desconocimiento, quizás por desinterés. Una opción que vale la pena conocer son los museos, que presentan temáticas diversas, para todo tipo de gustos.

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El museo de la Conmebol ofrece un recorrido por las conquistas de los principales equipos sudamericanos.

Fotos: Fernando Franceschelli

Mientras los científicos siguen especulando acerca de si es posible o no viajar al pasado, mediante improbables máquinas que superen la velocidad de la luz o a través de los aún no comprobados “agujeros de gusano”, pocos nos damos cuenta de que tenemos a mano un medio barato y cercano: los museos, una ventana a los recuerdos que deberíamos abrir más a menudo.
Recorrer museos es una actividad recomendable para la salud, tanto espiritual como física. “Creo que al visitar un museo, uno ya ingresa a un mundo distinto. Es una experiencia parecida a los viajes, pero este es un trayecto al interior de nosotros mismos, al mirar aquello que es ajeno, o que hemos perdido, o que nos arrancaron por los saqueos de la guerra. Siempre estamos a tiempo de juntar nuestros pedacitos sueltos de una memoria deshilachada; en los museos podemos volver a vernos e integrarnos”, afirma la museóloga y exdirectora de Cultura, Alejandra Peña Gill.
En marcha

En la Casa de la Independencia, las piezas exhibidas nos acercan a la gesta libertaria que dio nacimiento al Paraguay.

En la Casa de la Independencia, las piezas exhibidas nos acercan a la gesta libertaria que dio nacimiento al Paraguay.

El itinerario queda a criterio de cada uno y los lugares a visitar también, pero nos permitimos sugerir un posible recorrido. El raid cultural podría comenzar en el centro de Asunción, en un lugar siempre emblemático, pero aún más en estas fechas: la Casa de la Independencia. Sí, es verdad que de todos los museos, este sea probablemente el más conocido y concurrido, pero hay personas que lo visitan una y otra vez, por las emociones que genera estar en este recinto histórico.
Quienes vayan por primera vez, o estén volviendo después de mucho tiempo, encontrarán como novedad –que, sin embargo, ya cumple seis años– la proyección de una animación que muestra cómo lucía la Asunción de 1811, con imágenes captadas como por un dron que, este sí, pudo retroceder hasta el pasado y plasmar la imagen de la capital en los días de la Independencia. Que la orgullosa Madre de Ciudades aparezca poco más que como una aldea no es suficiente para quitarnos el orgullo.
En el mismo recinto donde hoy funciona la secretaría se puede apreciar parte de un retablo del siglo XVIII, de estilo barroco, y un Cristo de la época de los jesuitas. También están los retratos de los Próceres y la recreación del salón capitular.
Dos arañas del desaparecido Cabildo colonial muestran su magnificencia en otra pieza y en el patio todavía se exhibe el reloj solar. Una piedra nos aproxima a los materiales usados para cubrir las pocas calles pavimentadas de Asunción, y una teja, que sorprende por su gran tamaño, brinda una idea de cómo se techaban las casas de entonces.
Asimismo, están expuestas la espada de Fulgencio Yegros, la cama de Fernando de la Mora, el tintero del doctor Francia, monedas de la época colonial –entre ellas la primera de cuño nacional–, la llave de la casa de Artigas en Curuguaty, el mural que muestra la capital en 1811 y ejemplos de arte sacro con la Virgen de Asunción como atractivo.
Otros objetos del siglo XIX tienen su lugar en el museo, así como diversos retratos que representan a los Próceres y al momento de la intimación a Velasco. En el espacio recuperado en 2011 hay una maqueta de la ciudad y se puede apreciar la silueta, proyectada en los edificios vecinos, del resto de la vivienda original. Con todo, la Casa de la Independencia es uno de los museos mejor conservados y cuidados.
Encuentro con el arte
A un par de cuadras de la histórica casa se encuentra otro edificio icónico de la capital y de la historia paraguaya: el Cabildo, donde funciona un centro cultural que cuenta con recintos que albergan muestras diversas. En la planta baja, en tres salas contiguas, se exhibe la colección de juguetes antiguos, arte indígena y arte sacro, este último con piezas del acervo del museo Juan Sinforiano Bogarín.
En ese primer nivel se expone además una muestra en homenaje al centenario de Augusto Roa Bastos. Otro recinto está destinado a objetos de la Guerra del Chaco. En la segunda planta está el Museo de los Inmigrantes, con pertenencias de los europeos y asiáticos que llegaron al país a partir de la década del 80 del siglo XIX.
La recorrida se dirige ahora a las casas del Bicentenario. En 25 de Mayo y Estados Unidos abre sus puertas la Casa del Teatro Edda de los Ríos, donde están expuestos, por ejemplo, manuscritos de Julio Correa, fotos que recorren la historia de nuestro teatro, vestuarios usados en distintas obras, diseños de Ricardo Migliorisi. Hay espacios consagrados al teatro de calle y al independiente.

Vestuarios y fotografías condensan parte de las producciones de diversas épocas en la Casa del Teatro Edda de los Ríos.

Vestuarios y fotografías condensan parte de las producciones de diversas épocas en la Casa del Teatro Edda de los Ríos.

Caminando unos metros se accede a la Casa de la Danza Tala Ern de Retivoff, donde se recorre, a través de imágenes y algunos objetos, el desarrollo de este arte en Paraguay, desde los bailes de los pueblos originarios hasta la danza contemporánea, pasando por la folclórica y la clásica, con mención especial de las maestras Erika Milee, Doris Dorée, Agripina Voitenko, Gemma Frangioni y Rubí Recalde.
La siguiente parada se encuentra sobre Cerro Corá, entre Estados Unidos y Tacuary, en la Casa de la Música Agustín Pío Barrios, sitio en el que es posible apreciar las guitarras de Mangoré, Demetrio Ortiz, Mauricio Cardozo Ocampo, Luis Alberto del Paraná, Epifanio Méndez Fleitas y Herminio Giménez.
Están expuestas también partituras de Juan Carlos Moreno González, arpas de Luis Bordón, Félix Pérez Cardozo, instrumentos de viento de la Banda de la Policía (en homenaje a Flores) y un poncho de 60 listas, tributo a Maneco Galeano.
Los instrumentos y objetos de los grandes compositores paraguayos esperan al visitante en la Casa de la Música.

Los instrumentos y objetos de los grandes compositores paraguayos esperan al visitante en la Casa de la Música.


También cruzando un patio se accede directamente al Museo de Artes Visuales Ignacio Núñez Soler, cuya entrada principal está sobre Azara. Ahí encontramos, por ejemplo, la carretilla de 7 Cajas y la Hamaca paraguaya, pero también están los afiches de las películas nacionales que fueron marcando hitos en el desarrollo del séptimo arte en el país, además de proyectores y aparatos para editar, entre otros.
Orígenes
Uno de los museos más completos es el Etnográfico Andrés Barbero, ubicado en España y Mómpox. Cuenta con un vasto muestrario de las culturas originarias, desde grandes vasijas funerarias hasta arte plumario, pasando por ejemplos de cestería.
Hasta es posible encontrar piezas pertenecientes a la recreación de los indígenas, como los bastones y las pelotas usados en un juego similar al hockey moderno; algunos de los palos recuerdan a los utilizados por los aborígenes de Canadá y Estados Unidos en un deporte de pelota llamado lacrosse.
Sobre Mariscal López, en la sede del Ministerio de Defensa, funciona otro museo muy completo, el de Historia Militar. Mencionar la totalidad de los objetos mostrados sería un trabajo casi interminable, pero basta decir que se encuentran piezas procedentes de las dos guerras grandes que libró Paraguay, fundamentalmente armas y restos de ellas en diverso estado de conservación. Quienes gustan de la historia militar, no salen defraudados del sitio.
Otro punto ineludible, por lo que significa para la historia reciente y a pesar de ser un muestrario de crueldad humana, es el Museo de la Memoria, en la ex-Técnica, sobre Chile casi Manduvirá, frente a la Comisaría 3.ª. Ese lugar ominoso guarda los gritos de las torturas y vejaciones sufridas por las víctimas de la dictadura de Alfredo Stroessner.
Lamentablemente, un lugar que debe ser mantenido como ejemplo de lo que nunca debe volver ocurrir, se encuentra descuidado. No obstante, los aparatos que infligían terror y dolor todavía pueden ser vistos y tocados, con repulsión tal vez, pero con empatía por quienes sufrieron en esas mazmorras y desfallecieron en sus piletas.
Siguiendo la ruta del arte, sobre Eligio Ayala entre Pa’i Pérez y Curupayty se yergue la casona que alberga al Museo de Bellas Artes, que contiene obras de la colección de Juan Silvano Godoy, con salones dedicados a artistas extranjeros, como Rusiñol, Courtines y Pogna; a extranjeros que vivieron en Paraguay, como Da Ponte, Mornet y Boggiani; a paraguayos becados en Italia, como Colombo, Alborno, Samudio y a otros pintores compatriotas, como Saturio Ríos y Jaime Bestard, además de esculturas y piezas de arte jesuítico.

Cuadros y esculturas de autores nacionales y extranjeros deleitan la vista en el Museo de Bellas Artes.

Cuadros y esculturas de autores nacionales y extranjeros deleitan la vista en el Museo de Bellas Artes.

Un lugar diferente es el Museo de la Silla de Asunción (MUSA), sobre Artigas, a pocos metros del Jardín Botánico. Ofrece un recorrido por los diferentes estilos de este mueble a través de la historia, desde la Edad Moderna hasta los autores contemporáneos, pasando por el modernismo catalán y las creaciones de arquitectos como Le Corbusier y Frank Lloyd Wright. En sus cuatro niveles se pueden apreciar, además, los apyka de origen indígena y algunos ejemplos más prosaicos de confección paraguaya.
El Museo de la Silla reúne más de 600 ejemplares de este mueble, fabricados a través de los siglos por distintos creadores.

El Museo de la Silla reúne más de 600 ejemplares de este mueble, fabricados a través de los siglos por distintos creadores.


Por su parte, los amantes del fútbol tienen la oportunidad de efectuar un paseo por la historia de los torneos de selecciones y clubes sudamericanos en el Museo del Fútbol de la Conmebol, que se encuentra en Luque, al costado de la autopista Ñu Guasu. Ahí no existen piezas históricas pero sí vitrinas con paneles e imágenes que recuerdan las conquistas de los principales equipos de nuestro subcontinente.
Objetivos
“Un museo debe darnos la posibilidad de encontrarnos con objetos, viejos o nuevos, de uso industrial o campesino, de procedencia indígena o de cultura global, cualquier objeto, al cual convertimos en un ‘objeto cultural’ al separarlo de la sociedad, arrancarlo de la vida cotidiana y colocarlo en una vitrina, aplicándole una nueva mirada o múltiples miradas, para relacionarnos con él, resignificándolo, utilizando su información como un espejo social en el que nos miramos”, afirma Peña Gill.
La museóloga advierte que en Paraguay aún está muy marcada la brecha entre los museos públicos, formados bajo lemas nacionalistas, con escasa comunicación de su patrimonio; y los museos privados, sustentados en la pasión hacia el coleccionismo de sus propietarios, pero que tampoco comunican hacia fuera su patrimonio, ya que sus dueños concentran en sí toda la memoria de sus preciados objetos.
“Entonces, podríamos decir que, en general, los museos paraguayos están orientados hacia el fetichismo, donde el objeto es venerado pero no discutido ni expuesto a la crítica”, asevera Peña Gill.
La experta sostiene que, aunque cada caso merece un estudio especial, en Paraguay se destacan los museos científicos, como antes el de Moisés Bertoni, o como los actuales museos arqueológicos y etnográficos Andrés Barbero y Guido Boggiani, que han desarrollado importantes tareas de investigación, además de conservar sus muestras científicas.
En cuanto al vínculo con el turismo, Peña Gill afirma que los museos aún no constituyen un plato fuerte, son poco atractivos, y se observan mínimos servicios al visitante y horarios poco turísticos. “Afortunadamente, en todos los pueblos hay personas interesantísimas y apasionadas por mostrar su patrimonio, que acaban supliendo magníficamente con su buena conversación la pésima museografía que guían”, agrega.
Un paseo por los museos le da al visitante la oportunidad de conectarse con el pasado y vivir emociones diversas con la contemplación de objetos que esconden historias, agradables unas, trágicas otras, pero que nunca dejan indiferente a quien las observa. Un día en el museo es un viaje a una dimensión poco conocida, pero maravillosa.

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Sí a las nuevas
herramientas

“Las herramientas interactivas han intensificado su presencia en los museos porque otorgan un vínculo con los referentes del objeto, abren una comunicación que no existía y aportan nuevas fuentes de investigación, ya que cada entrevista es una fuente de historia oral”, asegura alejandra Peña Gill.

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Atractivo turístico
En el siglo XX, el Consejo Internacional de Museos (ICOM), organismo consultor permanente de la Unesco, definió que los museos deben ser instituciones abiertas, que conservan, documentan, exponen y difunden su patrimonio cultural al servicio de la educación y del disfrute del público. Esta última característica –la del deleite o disfrute– ha llevado, en las últimas décadas, a vincular fuertemente los museos con el desarrollo turístico.