19 mar. 2024

Tres departamentos evidencian la peor cara de la educación del país

Con clases bajo árboles, escuelas en ruinas y en medio de la pobreza, celebran hoy el Día del Niño miles de escolares en el país. Pese a la adversidad, los chicos asisten en masa con la esperanza de salir adelante por un futuro mejor.

René González Ramos y Kiara Coronel

Un largo peregrinar de ida y vuelta los espera cada día. Son niños que caminan varios kilómetros, descalzos o en zapatillas, sin comer, para recibir educación. Es un sacrificio cotidiano para una educación en precarias condiciones, donde las escuelas no tienen techos y la alternativa es dar clases bajo árboles, en capillas y carpas. En estos sitios no hay protección del sol intenso o el frío que golpea en forma de heladas en el interior de la República.

Hoy, como cada 16 de agosto, se recuerda en Paraguay el Día del Niño, en homenaje a esos heroicos chicos que dieron su vida por la patria en la Batalla de Acosta Ñu, en 1869, la última contienda de la Guerra de la Triple Alianza.

Como en aquel combate, miles de niños siguen en riesgo, aunque a los ojos de las autoridades, de manera hasta imperceptible. Ahora la lucha es por la supervivencia en medio de una crisis educativa, la pobreza, el olvido y otros derechos garantizados, pero que no se cumplen debido a la histórica ausencia del Estado.

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EMERGENCIA. El Poder Ejecutivo, por presión de la acción de jóvenes secundarios, declaró una emergencia educativa en infraestructura en mayo del año pasado.

Esta emergencia suponía la celeridad en las obras de infraestructura, precisamente para garantizar el acceso digno a la educación de miles de niños. Esta medida quedó en declaraciones, pues desde hace cuatro años un proyecto para intervenir en 676 escuelas abandonadas sigue sin cumplirse a cabalidad.

Un informe no revelado oficialmente por el MEC muestra que son tres los departamentos donde esta realidad somete a niños, docentes y familias enteras. Este mal expone su peor rostro en San Pedro, en Caaguazú y en el Departamento Central. Además, son más de 2.500 establecimientos los que urgen de intervenciones, de un total de 7.500 que funcionan en todo el país. Un equipo de Última Hora pudo constatar esta realidad en escuelas de los tres departamentos citados.

Esta emergencia educativa afecta con mayor intensidad a chicos en situación de pobreza. Resultados de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) 2016, dada a conocer en junio, revelan que el Paraguay es 2,2% más pobre que en 2015, pese al discurso del Gobierno.

En total, unos 600.000 niños tienen que sobrevivir con menos de G. 21.000 diarios. En peores situaciones, las familias deben tratar de alimentarse teniendo un ingreso de G. 7.836 por día en el sector urbano y de G. 7.156 en el área rural.

Esto no es todo. El mismo estudio da a conocer un dato verdaderamente alarmante: 136.000 niños del total de la población infantil de todo el territorio nacional viven en la más absoluta pobreza.

Considerando la población escolar desde los 5 hasta los 18 años, son 690.000 personas en situación de pobreza o pobreza extrema, de las cuales 85.000 ni siquiera asisten al colegio por la economía. Afortunadamente, el olvido no roba la sonrisa de ningún niño que sueña en este día un mundo equitativo.

Otra materia pendiente en la educación es la calidad. El 92% de los alumnos no aprenden en la escuela debido a la escasa formación que proporciona el Estado, expresa el Tercer Estudio Regional Comparativo (Terce) que sitúa al Paraguay en el penúltimo puesto en educación.


Escuelas en ruinas y clases en capillas o carpas en Central

Según los registros del Ministerio de Educación y Ciencias (MEC), se requieren de 27 nuevas salas de clases para escuelas del Departamento Central que sufrieron derrumbes en los últimos meses.

Unos 180 niños de la escuela Taciana de Villalba, de San Lorenzo, ubicada a escasos metros del Cuartel de La Victoria, sufren por la clausura de todas las aulas del centro escolar.

Mientras sus padres apenas reciben promesas de mejoras de parte de la Municipalidad local, los chicos dan clases en una capilla cercana. En el sitio religioso, dos carpas sin ventilación fungen de aulas móviles. “Hace demasiado calor y no tenemos ventiladores (en las carpas), a la tarde los chicos terminan dando clases en el patio”, lamenta la docente María Pinedo.

Docentes con más de 20 años de servicio lamentan que las instituciones encargadas de garantizar la educación a los niños no tengan una solución en medio de la crisis edilicia. Pinedo mostró su impotencia mientras caminaba sobre tejas caídas que frustran su anhelo de influir positivamente en el desarrollo educativo de los niños de la ciudad.

La ayuda de los padres logra evitar que la educación caiga por completo, como pasó con una de las aulas de Taciana Villalba. Para celebrar el Día del Niño, las profesoras se organizan para alegrar el rostro de los chicos con una merienda. Piden al Gobierno que tome cartas en el asunto y deje de regalar promesas.


“Los chicos preguntan cuándo vamos a volver a la escuela; me produce mucha tristeza ver a la institución así”. María Pinedo, docente de la escuela Taciana de Villalba

El municipio ya aprobó la demolición del viejo edificio y la construcción de un pabellón, pero estos trabajos siguen sin iniciarse. Pese a la grave situación, esta institución educativa no figura en la lista de emergencia edilicia del MEC.

LARGA ESPERA. Desde hace 15 años que la comunidad educativa de la escuela Simón Casola, de Mariano Roque Alonso, aguarda por una intervención en la infraestructura. Las aulas son muy pequeñas e insuficientes. Ante la precariedad, improvisaron un depósito como salón, pero el espacio no tiene las mínimas condiciones para aprender.

“Es insalubre para docentes y para los estudiantes”, comenta la directora de Casola, María Dolores Martínez.

Datos de la Gobernación indican que Central tiene alrededor de 700 instituciones educativas de escolar básica.

“El problema de infraestructura se acrecienta en municipios que reciben migración masiva del campo”, dice la secretaria de Educación de Central, Alexandra Bogarín.


Las Cifras

216 escuelas y colegios están en alerta roja y requieren de construcción de aulas.
6.300 son los niños afectados en estas 216 instituciones educativas en riesgo.
2.500 son los establecimientos escolares con necesidades de intervención.
116 de estos centros educativos están en San Pedro, Caaguazú y Central.
90 instituciones dijo el MEC, en 2016, que estaban en máximo peligro.
690.000 alumnos en edad escolar están en situación de pobreza o pobreza extrema.

Un ministro que está en plena campaña proselitista

Mientras cientos de escuelas caen a pedazos y el MEC pone trabas a seminarios organizados en colegios, el ministro de Educación, Enrique Riera, pese a su investidura, organiza un acto político en la Asociación de Funcionarios del Ministerio de Educación y Ciencias (Afemec).

El evento está marcado para el 2 de setiembre y el invitado de lujo es Santiago Peña, candidato a presidente por el movimiento de Horacio Cartes. Según la invitación, difundida por el ministro a través de sus cuentas oficiales en las redes, participará el mismo Cartes.

La Afemec fue creada, según su estatuto, para “satisfacer demanda de servicios de funcionarios del MEC”.


Fonacide: “Mucha burocracia y pocos recursos para escuelas”

“En una escuela se necesitan seis aulas y una biblioteca, pero el presupuesto del Fonacide solo alcanza para dos salas”, apunta el concejal independiente de Mariano Roque Alonso, Andrés Caballero.

El Fondo Nacional de Inversión Pública y Desarrollo (Fonacide) es el recurso que llega a municipios y gobernaciones como producto de la cesión de energía de la Itaipú al Brasil. El 50% de los fondos de cada Comuna debe utilizarse para invertir en infraestructura escolar.

El edil exige, por otro lado, a la Contraloría General de la República mayor control en el uso de este dinero, que de por sí no alcanza para todas las necesidades. “Hay hoteles que se conocen como Fonacide, pero hasta ahora nadie recuperó esta plata mal utilizada”, agrega.

Caballero expresa que lo que destina el Estado a la educación no alcanza. “No hay que duplicar, hay que triplicar el dinero a educación. El complemento nutricional llega a 7 escuelas, pero tenemos 20 en la ciudad”, remarca.

Sobre la burocracia, comenta que desde 2016 piden aulas para la escuela Simón Casola, pero recién ahora se aprobó la emergencia para este local.

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