Los 270 padres sinodales, cardenales, obispos y otros religiosos, que participan en esta asamblea han comenzado a debatir sobre la tercera parte del Instrumentus Laboris (el documento de base), que incluye el pecado de los divorciados que han contraído nuevo matrimonio y que les impide tomar la comunión según la doctrina católica.
Durante la rueda de prensa diaria sobre el sínodo se explicó que los obispos vuelven a estar divididos sobre este tema, aunque la novedad es que la mayoría de la asamblea concordó en que “no hacer nada o cambiar todo no son posiciones muy representativas o realistas”. Por ello, los padres sinodales siguen buscando soluciones para una de las cuestiones más espinosas de este sínodo.
Algunos explicaron que, aunque cambiar la doctrina no es posible, se puede conjugar “verdad y misericordia” y estudiar “soluciones y caminos pastorales” ante los divorciados que se han vuelto a casar. Por otra parte, una docena de cardenales conservadores criticaron sin tapujos la metodología del sínodo para encarar los retos de la familia moderna y pidieron que se introduzca la votación de las propuestas. En una carta enviada al Papa y publicada por el periodista italiano Sandro Magister, los cardenales temen que todo esté ya decidido y que las discusiones estén pilotadas. efe-afp