Aún se está vendiendo lo que queda a bajísimo costo –G. 500 por kilo en finca–, y también se está tirando lo que no se puede vender.
La situación afecta especialmente a los tomateros que son de los departamentos de Central y Cordillera, que siembran entre los meses de abril y marzo, y que en estos momentos tienen toda su producción a mano.
La situación se puede repetir el próximo año si no se toman medidas a nivel gubernamental, dijo Ledesma. Es decir, desde el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), se debe plantear un plan nacional que pueda capacitar a los productores a optimizar su producción, para no tener pérdidas por sobreproducción, dijo. También dijo que el Congreso debe hacer frente a la problemática.
De hecho, el ministro del MAG, Juan Carlos Baruja, reconoció días atrás el problema. Dijo que la sobreabundancia de la hortaliza se debe a que muchos de los productores carecen de tecnologías que permitan a los agricultores producir en forma escalonada y tener una producción de tomates durante todo el año. Entre esas tecnologías, citó el caso de la ausencia de invernaderos, sistemas de riego, infraestructuras, elementos necesarios para la producción hortícola.
Además de esto, para Ledesma, es importante contar con una política de industrialización del tomate, que también ampliaría las posibilidades del producto.