28 jul. 2025

Sapos en el desayuno presidencial de Caacupé

Andrés Colmán Gutiérrez – @andrescolman

Luego de la misa central del Tupãsy Ára, en Caacupé, el presidente Horacio Cartes y los ministros compartieron un desayuno con los obispos de la Iglesia Católica paraguaya. No hay detalles del menú, pero el jefe de Estado y sus colaboradores tuvieron que tragar varios sapos, mientras escuchaban la homilía del nuevo obispo diocesano, monseñor Ricardo Valenzuela, que sorprendió por sus fuertes críticas contra el Gobierno, las autoridades y la clase política.

Hace rato no se escuchaba una prédica tan fuerte del titular de la Diócesis que concentra la mayor festividad religiosa del país. El primer obispo de Caacupé, Ismael Rolón, suspendió en 1969 la procesión de la Virgen, en protesta por las violaciones de derechos humanos por la dictadura de Alfredo Stroessner, pero su sucesor, el segundo obispo, Demetrio Aquino, fue abiertamente stronista y alababa al tirano en sus homilías.

Tras la caída de la dictadura, hasta el año pasado, el obispo de Caacupé fue Claudio Giménez, un prelado bonachón pero muy conservador y complaciente con el poder. Sus homilías en la misa central de cada 8 de diciembre –el más privilegiado púlpito, por su gran repercusión mediática– resultaban anodinas y desconectadas de la realidad.

Probablemente ese era el clima que de nuevo esperaban hallar este año el presidente Cartes, los ministros y referentes del movimiento oficialista Honor Colorado. Aparecer en las pantallas de tevé, sentados en primera fila como devotos de la Virgen ante una gran multitud de fieles, puede aportar puntos políticos a favor, en vísperas de las reñidas elecciones internas coloradas del próximo 17 de diciembre.

Pero el nuevo obispo les cambió el libreto. Monseñor Ricardo Valenzuela, quien está al frente de la diócesis desde hace 4 meses, es considerado un cura también conservador, aunque con carisma y gran inserción popular, admirado por romper esquemas y trabajar junto con la gente.

Valenzuela reconoce que le llevó casi un mes redactar la homilía con que se estrenó al frente de la mayor celebración religiosa del país. Su intención fue trazar una radiografía de la actual realidad del Paraguay. Hay quienes aseguran que en el tono elegido se percibe el nuevo giro de timón que el papa Francisco busca impulsar en la Iglesia paraguaya, que últimamente aparecía muy ligada al poder y distante de los reclamos populares.

Fue revelador ver los incómodos rostros del presidente Cartes y sus ministros en televisión cuando Valenzuela hablaba de la gran corrupción pública, de políticos y autoridades que solo privilegian sus intereses personales y de grupos, de techos de escuelas que se caen, de hospitales sin medicamentos, de los cinco compatriotas secuestrados por el grupo armado EPP, de la ausencia del Estado en el Alto Paraguay, de un Poder Judicial corrupto y sometido al poder político, y sobre todo de los candidatos que pretenden triunfar “a base de mentiras y engaños” en las elecciones.

No ha de dar gusto que te digan todas estas cosas “por tu cara” y tener que sonreír ante las cámaras.

Los sapos nunca son fáciles de digerir en el desayuno.