18 abr. 2024

Revolución chocolatera de la cooperativa suizoperuana

La firma suizoperuana Choba Choba cambió las reglas del juego del sector chocolatero con su rechazo a la estandarización del sabor del chocolate y con una apuesta por un modelo cooperativo en el que los agricultores de la selva peruana son accionistas del negocio y deciden el precio del cacao.

Fotografía facilitada por la firma suizoperuana Choba Choba de Oswaldo, uno de los trabajadores de la cooperativa chocolatera Choba Choba pesando los granos de cacao. EFE

Fotografía facilitada por la firma suizoperuana Choba Choba de Oswaldo, uno de los trabajadores de la cooperativa chocolatera Choba Choba pesando los granos de cacao. EFE

EFE

Choba Choba nació en 2015 con la voluntad firme de mejorar las condiciones de vida de los pequeños productores de cacao que, desperdigados y sin capacidad real de decisión, ocupan una posición precaria en la cadena de valor de la industria chocolatera en comparación con los comerciantes, procesadores y fabricantes.

En un sector totalmente dominado por un puñado de empresas multinacionales, los agricultores de los países más pobres reciben menos del 6,6% del valor añadido total de cada tonelada de cacao en granos vendida, según la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD).

Antes de fundar Choba Choba, el suizo Christopher Inauen, gestionaba para la empresa helvética Chocolates Halba -propiedad del quinto productor mundial- programas de comercio justo y sostenibilidad en Perú, una práctica común entre las grandes compañías ante la desigualdad existente en el sector.

Inauen centró sus actividades en el valle del Alto Huayabamba, una región pobre de la selva peruana en la que, según relató a Efe el vicepresidente de la asociación de campesinos de Choba Choba, Lin Caballero, el cultivo de cacao sustituyó al de coca, a instancias del Gobierno peruano.

Después de ocho años de trabajo con las comunidades de Santa Rosa y Pucallpillo, Inauen se dio cuenta de que sus esfuerzos no se habían materializado en mejorar el impacto para los agricultores peruanos.

“Fue un gran shock”, confesó a Efe el emprendedor suizo, que decidió cambiar las reglas del juego y, junto con su socio francés Eric Garner y 36 familias campesinas peruanas, fundó la primera marca suiza de chocolate cuyos agricultores son a la vez accionistas y deciden el precio del cacao.

Bajo el nombre de Choba Choba -"Te ayudo, me ayudas”, en Quechua-, “los rebeldes del norte” y los “rebeldes en el sur” como se autodenominan, decidieron eliminar los intermediarios y vender directamente al cliente a través de una tienda en línea.

Con una apuesta clara por potenciar el sabor singular de cada variedad de cacao cultivado en esta zona de la selva peruana, la compañía decidió contar con la destreza del productor suizo Felchlin que elabora el chocolate tan solo con cacao, manteca de cacao y azúcar de caña no transformado.

Así, Choba Choba busca revolucionar un mercado en el que, pese a que existen seis millones de pequeños agricultores de cacao, el 75% del chocolate mundial es producido por tres multinacionales -Nestlé, Mars y Mondelez- a partir de procesos que estandarizan el sabor del mismo a través de la adición de aceites y otros productos, señaló el empresario suizo.

Decoradas con motivos tribales muy coloridos, las barras de chocolate han sido bautizadas con el nombre de las nueve mujeres productoras que forman parte de la junta de accionistas.

Gracias a la experiencia de gestión adquirida por Inauen y Garner después de años en el oficio, en su corta edad de Choba Choba ya ha revertido en un impacto real para los campesinos.

Según aseguró a Efe una de las productoras, María del Pilar Castillo, tienen más ingresos aunque éstos dependen del tanto por ciento de producción y del tamaño de la “chacra” (huerto).

El 5 % de cada paquete de tres barras vendido se reserva a un fondo de uso exclusivo de los productores y, el resto, a la operación y expansión de la compañía.

Con el dinero recaudado por los agricultores, que hoy en día poseen el 7% de la empresa, pueden decidir si quieren comprar más acciones, y, según previsiones de Inauen, su participación alcanzará el 33% en 2020 y el 51% del total a largo plazo.

Aina Martí

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