Esta desordenada salida de miles de personas no hizo otra cosa que volver caótico el operativo retorno desde la Villa Serrana y ni la presencia de agentes de la Policía lograron aliviar la situación.
Un feroz embotellamiento que volvió excesivamente lento el tráfico se tuvo sobre la ruta Mariscal Estigarribia, desde la entrada misma a la zona céntrica de la capital de la Cordillera hasta descender completamente el cerro, sector en el cual se tornaba de nuevo más fluido el paso vehicular.
Este panorama de congestionamiento de nuevo se repetía más adelante, en el acceso a otros municipios, como el desvío a Eusebio Ayala, San Lorenzo y Fernando de la Mora, donde automóviles particulares y colectivos formaban una larga fila que se extendía por varias cuadras.
La ansiedad y el cansancio también se combinaron en los peregrinantes, quienes se abrían paso como podían entre las máquinas que saturaban la mencionada ruta y las calles internas de la Villa Serrana.
Los mismos abarrotaron las distintas unidades del transporte público que prestaban servicio en la víspera y que hacían el traslado con gente colgando peligrosamente de las estriberas ante la indiferente mirada de los uniformados policiales.
Mucha gente quedó esperando por horas el bus que le lleve otra vez hasta su destino final, a raíz de que todos los que pasaban dentro de la hora inmediatamente posterior a la celebración eucarística ya se encontraban repletos.