A más de un año y medio de la implementación de la ley que redujo la tasa de interés para la financiación a través de las tarjetas de crédito hasta tres veces el promedio de las tasas pasivas (las que las entidades pagan por los depósitos), el anunciado colapso del sistema financiero nunca llegó.
Si bien se redujo la cantidad de plásticos emitidos y, por ende, parte de las transacciones financieras disminuyeron, las tarjetas de crédito continúan siendo un medio de pago utilizado mayoritariamente.
Tímidamente, las entidades financieras que aseguraban tener las manos atadas para ofrecer ventajas como lo hacían antes de la aprobación de la ley, vuelven a realizar promociones para sus clientes.
Cuando durante el gobierno de Juan Carlos Wasmosy se establecieron topes a las tasas de interés para créditos de consumo, que en ese tiempo superaban el 50%, también se vaticinó que sería el fin de muchas entidades financieras.
Transcurridos algunos años se demostró que aquello solo fue un pataleo desesperado de un sector que no perdería, sino que solo ganaría menos.
El sector financiero volvió a manifestar su descontento cuando una investigación de Última Hora detectó que existían alrededor de 400 denominaciones distintas para aplicar cobros por comisiones bancarias, gastos y penalidades al cliente financiero.
Tras varias negociaciones con agremiaciones financieras, el Banco Central del Paraguay dispuso que se reduzcan a 56 los conceptos de cobro de comisiones y allí tampoco se acabó el mundo.
Si bien es cierto que tras la crisis financiera que provocó la caída de varios bancos en la década de los 90, la aprobación de una nueva normativa permitió fortalecer el sistema financiero, es necesario avanzar en beneficio de los clientes.
Tras demostrarse en varias ocasiones la solidez del sistema, ahora se precisa ahondar en la educación financiera y en normas que protejan al consumidor financiero.
Las regulaciones son necesarias para frenar las apetencias empresariales, cuando el ente encargado de controlar que no se sobrepasen los límites de la usura o de cobros excesivos al cliente financiero no puede cumplir bien su rol por falta de personal (cantidad y cualificación).
Pero estas regulaciones deben estar basadas en estudios que demuestren necesario un cambio y no realizarse por simples vaivenes políticos.
Para construir un país mejor es necesario fijar reglas que beneficien a todos y no sean cambiables por mero capricho.