Hijo de españoles y rebautizado desde niño como Quino para diferenciarlo de los “Joaquines” que ya había en su familia, el emblemático autor festejó su día acompañado por su mujer, Alicia Colombo, y sus sobrinos, que viven en Chile y que viajaron estos días a la capital argentina para acompañarle.
Las aventuras de Mafalda, la pequeña contestataria y luchadora social amante de los Beatles, la democracia, los derechos de los niños y la paz, y detractora de la sopa, las armas, la guerra y James Bond, se desarrollaron de 1964 a 1973. Sin embargo, su imagen y sus atemporales e irónicos mensajes por un mundo mejor la hicieron inmortal.
También a sus amigos Manolito, Susanita y Felipe, con los que alcanzó el éxito mundial en decenas de idiomas. Las últimas lenguas en las que se publicaron sus historias fueron el braille y el guaraní.
Quino, quien recibió galardones como el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades y la Medalla de la Orden y las Letras de Francia, es considerado uno de los mayores íconos de Argentina dentro y fuera de sus fronteras.
Bromista. “Cuando me dicen, ‘gracias por todo lo que nos diste’ digo, ‘¿qué les di?’”, expresó en una entrevista en mayo de 2016, en la que reconoció haber puesto “el dedito” en “una tecla que mueve muchas cosas”.
A pesar de que tras 1973 Quino retomó el personaje de Mafalda en alguna ocasión, el no querer cansar hizo que su pequeña hija descansara para siempre, al menos en lo que respecta a nuevas historias.
No obstante, en esa misma charla, el dibujante, quien ya de adolescente se decantó por el mundo gráfico, subrayó que la pequeña opinaría actualmente que el mundo de ahora “es un desastre” y “una vergüenza”.
“Viendo las cosas que hice en todos estos años me doy cuenta de que digo siempre las mismas cosas, y siguen vigentes. Eso es lo terrible (...) ¿No?”, aseveró. EFE