El diputado liberal por Alto Paraná, Carlos Portillo, candidato a la reelección, está procesado por tráfico de influencias, soborno, asociación criminal y cohecho pasivo, según indican los reportes en los medios.
Una tal Auda Fleitas, quien había sido presentada al diputado Portillo por la abogada Lucía Ramona Escobar, ratificó que le pidieron USD 3.000 para arreglar una causa en su contra abierta por estafa y producción de documentos no auténticos.
En agosto de 2017, en una conversación telefónica publicada entre los audios que están tomando estado público, Portillo le confirmó a Fleitas que había conseguido una resolución a su favor en la Cámara de Apelaciones de Alto Paraná.
Inmediatamente, Escobar se comunicó con Fleitas, también por vía telefónica publicada entre los mencionados audios, para decirle que el Tribunal de Apelaciones de Alto Paraná les había exigido a cambio de dicha resolución favorable (a ella y a Portillo) tres mil dólares que Fleitas debía abonar sin retardo.
Después, el propio Portillo pidió a Fleitas el dinero, alegando que ya había adelantado el pago a los magistrados con su propia plata y rechazando recibir el aporte de Fleitas vía giro o depósito sino solamente a través de un empleado suyo, de confianza.
El diputado Portillo nunca logró negar que los audios contienen su voz auténtica y sin retoques y, por tanto, nunca pudo objetar la existencia de las conversaciones. Sin embargo, dice ser inocente y que no tiene por qué renunciar.
Portillo ya obtuvo una resonante victoria política al no ser despojado de su investidura como exige al Artículo 201 de nuestra Constitución, correctamente aplicado al senador Óscar González Daher, en uno de los más ignominiosos actos de defensa corporativa de cincuenta y siete de los ochenta miembros de la Cámara de Diputados para asegurarse la impunidad a ellos mismos.
Obtuvo otra al ser despojado de sus fueros para “someterse” a jueces y fiscales con los que comercia favores, lo cual garantiza que seguirá impune. Y se encamina a una tercera al pretender que su caso se juzgue en Alto Paraná, donde es evidente que los magistrados le ofrecen sentencias muy baratas.
Portillo, como se observa fácilmente, es más de lo mismo. Es la misma podredumbre representada por González Daher. Es de su misma clase y especie y el hecho de que no haya influido aún con sus artes corruptas en todo el Poder Judicial es una mera cuestión de tiempo, pues a medida que Portillo escale en la estructura institucional, repetirá con cada vez mayor alcance las prácticas que se le oyen en los audios.
Es mentira, absolutamente mentira, que con esa clase de gente se pueda construir algún cambio. Portillo es a González Daher lo que una gota de agua es a otra. Los liberales debieron desprenderse radicalmente de dicho diputado para poder decirle al país que ellos traen el cambio.
El único que lo entendió con claridad es el grupo Cartes, que aprovechó la inmoral torpeza de muchos liberales para hacerles caer en la trampa de impedir la pérdida de investidura de Portillo, por lo que ahora ese grupo puede decir, con fundamento, que no hay diferencias entre las Listas 1 y 2 que compiten el 22 de abril.