20 abr. 2024

Por el regreso de Cecilio e Ignacio

Sergio Cáceres Mercado – sergio209@lycos.com

Cuando Cecilio Báez explica el origen de la Sociología desde el positivismo, escribe que los fenómenos estudiados por esta ciencia “son los más particulares, complicados y concretos, y los que más interesan al hombre”. Báez introdujo al Paraguay dicha disciplina al ser el primero en promover y encargarse de la cátedra de Sociología en 1900. Para eso escribió una pequeña obra que sirviera de introducción a la materia para sus estudiantes.

A Cecilio, quien además de gran académico era un reconocido militante del Partido Liberal, lo sucedió en la cátedra otra gran intelectual: Ignacio A. Pane, militante conocido del Partido Colorado. Para su cátedra, Pane siguió el ejemplo de su maestro Báez y escribió también unos Apuntes de Sociología y otro de Geografía social donde puede leerse lo siguiente: “Con ello se observará de paso la importancia que tiene y utilidad que puede ofrecer este estudio al espíritu social de nuestro país, permitiendo darse cuenta por lo menos de la posición del problema y abriendo camino a posibles soluciones”.

Lo que ambos dicen de la Sociología y la Geografía social, es equivalente para todas las Ciencias Sociales. Efectivamente, como apunta Báez, los problemas estudiados por ellas son de los más complicados pues incluyen como objeto de estudio a la realidad social, es decir al hombre y todo su campo de acción. Pane enfatiza que mediante ellas se pueden abrir camino a “posibles soluciones”, es decir, no son simples disciplinas teóricas sino que tienen aplicación en los asuntos que más nos preocupan.

Eran los inicios de la UNA, la cual en su Facultad de Derecho y Ciencias Sociales se procuraba lo mejor de la intelectualidad paraguaya. Tales profesores tenían a su vez una comprometida militancia política, así como un actuar gobernativo que los llevó a ocupar cargos en el Poder Ejecutivo y en el Legislativo. Sin embargo, su cátedra nunca fue contaminada por su actuar político. Jamás lo hubiesen permitido, pues sabían que tales cosas no debían mezclarse.

Pero luego vinieron los años oscuros de dictaduras militares, de descomposición de los partidos políticos, de eliminación de los intelectuales por medio del exilio y del debilitamiento de la universidad por cooptación política. La Facultad de Derecho, salvo honrosas excepciones, nunca más tuvo las luces y el compromiso de sus inicios con maestros como Báez y Pane. Se llenó de lo peor de nuestra politiquería criolla y eliminó la investigación y el debate para las Ciencias Sociales y para las Ciencias Jurídicas.

Refundar las Ciencias Sociales en la UNA a través de la creación de la Facso es volver a reatar el hilo de la historia que Báez y Pane empezaron a tejer. Pero insisto, no solo las Ciencias Sociales serán fortalecidas, sino también el Derecho que también necesita de investigadores, y no de hurreros, punteros y seccionaleros.

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