“Perdí mi independencia, voy a recuperarme más adelante para continuar con mi vida. A mí me gustaba mucho caminar, y ahora soy como un bebé. Aprendí de nuevo a comer, a tomar agua a depender de mi mamá, que es el soporte de mi familia”, así se expresó Ricardo Adrián Ortellado Ferrari (26), víctima de motochorros que le dispararon el pasado 11 de octubre sobre la avenida Perú y por cuya causa le amputaron la pierna izquierda.
Sentado en un sillón, con sus muletas atrás, en presencia de su sobrina de 9 años, que es como su hija, y de su madre, Nidia Ferrari, señaló con optimismo que lo importante es que está vivo y que va a estar bien a pesar de que le cuesta trabajo depender de otros para realizar actividades básicas que antes hacía con facilidad.
Comentó que su vida cambió drásticamente, sus proyectos fueron truncados tras aquel violento asalto en el que casi perdió la vida, cuando el proyectil le afectó una arteria principal.
“Estuve a punto de morir, en mi mente ya me despedía de mi familia, porque sentía que ya no tenía fuerzas. Desperté y pensé que pasó un día, pero fueron cuatro de estar en coma. No me duele tanto que haya perdido la pierna, sino el saber que hicieron sufrir mucho a mi familia. Ellos pasaron mal”, reclamó el joven al que asaltaron para sacarle su celular, mientras iba al odontólogo. Una cámara de seguridad captó el momento violento de esa ocasión.
“La Justicia es relativa, porque por más que los asaltantes pasen muchos años en la cárcel, no me van a devolver la pierna, ni el daño emocional que me causaron”, sentenció.
El joven trabaja hasta ahora para el Ministerio de Educación en el área de Informática. La tragedia que le tocó vivir le trajo lecciones en la vida. Su espiritualidad creció porque en todo momento vio, según él, la providencia de Dios.
LECCIÓN. “Aprendí. Que la frase del ‘si hubiera hecho’ no cambia nada, que no hay que dejar pendientes. En mi caso, no pude conseguir una casa para mi familia, vivimos en un alquiler, y para salir de ahí trabajé, pero pasó esto”.
“Por eso, tenemos que disfrutar de las cosas que tenemos. Muchas no hice y casi morí, uno no quisiera vivir con arrepentimiento de no haber hecho algo”, reflexionó.