Los patrones de los funcionarios del Instituto de Previsión Social (IPS) son los empleadores, los trabajadores y —en un porcentaje insignificante—, el Estado. Ellos son los que aportan para que cobren sus salarios y, por ende, brinden una atención eficiente a los que recurren a sus servicios.
Los empleados, sin embargo, actúan como si la cosa fuera al revés y ellos tuviesen carta blanca para mal-tratar a aquellos que les dan de comer.
El diluvio de la última temporada que desplaza a los que viven en las riberas de los ríos comenzó en octubre pasado. La catarata de denuncias en contra de los atropellos a sus asegurados viene desde su misma creación, en febrero de 1943.
A tanto llega la insensibilidad y la irresponsabilidad de los que hoy están al frente del IPS en los distintos niveles que ni siquiera cuando se le lleva plata facilitan la vida a las personas.
Para corroborar esto, bastará dar una vuelta hoy viernes por la Dirección de Aporte Obrero-Patronal que está en Nuestra Señora de la Asunción y Haedo.
Allí se encontrará en un espacio muy reducido a más de 100 personas que van rotando en una apretada cola para retirar de dos funcionarios con computadoras —sí: ¡nada más que dos funcionarios!— las planillas para poder pagar luego en ventanilla el seguro de empleadas domésticas u otras obligaciones de comienzos de cada mes.
De la tercera funcionaria solo está la silla. ¿Estará de vacaciones? ¿O enferma de dengue? ... El cuarto funcionario, en un ángulo del estrecho local, atiende a embarazadas y personas de la tercera edad. Solo llama a los de la fila general cuando cesa el flujo de personas a las que se dirige su tarea.
Formando la fila y colocándose uno en el lugar 65 —antes de las 9 de la mañana—, el recorrido para llegar a la mesa de uno de los dos únicos funcionarios de las mesas dura alrededor de una hora. En el lento desplazamiento, sudando a pesar del acondicionador de aire, los oídos se van acostumbrando a los adjetivos nada gratos —esto, dicho con benevolencia— en contra el IPS.
Lo que los filaformantes no entienden es por qué el IPS es tan despiadado con gente que va a depositar dinero en su cuenta. Todos muerden la inclemencia institucional porque quieren pagar, no porque pretendan cobrar algo.
Por la vía del raciocinio es inentendible lo que sucede. Dentro de la “lógica” del funcionariado público sí: los del IPS se comportan como si fueran los patrones de sus patrones. El mundo al revés.