El último destape internacional son los llamados Poison Papers, más de 20.000 documentos secretos, que pesan como tres toneladas, y que cualquiera puede consultar en internet, en el sitio poisonpapers.com Como el lector común no puede leer toneladas de texto, puede informarse en el resumen puesto en la revista digital ecoportal.net con el título de Poison Papers, más de 20.000 documentos filtrados”.
Poison Papers podría traducirse como papeles del veneno o sobre el veneno; el contenido importa más que el título. ¿Cuál es el contenido? Una infinidad de estudios científicos y sus evaluaciones (a veces, negativas), la correspondencia confidencial entre las empresas y las autoridades encargadas de regularlas.
Entre las grandes empresas están Dow, DuPont, Union Carbide y Monsanto; entre las reguladoras, la EPA (protección ambiental), la FDA (comida y remedios), el Departamento de Agricultura y el de Defensa norteamericanos; también entró una agencia gubernamental canadiense, al alimón con las yanquis en la tarea de ocultar e incluso falsificar información; este es el destape de los Poison Papers.
El destape cubre varias décadas y documenta la manera en que empresas públicas y privadas participaron en la comercialización de productos tóxicos, como el 2,4-D, dicamba, permethrin, atrazina, Agente Naranja, y otros mucho más tóxicos, como los PCB y la dioxina.
Según la información, todos estos productos siguen circulando, excepto los PCB. Esto debe adaptarse al Paraguay porque, en la década de los 70, Monsanto dejó de fabricar PCB, después prohibidos en el mundo. Sin embargo, el PCB siguió usándose en transformadores en el Paraguay (es muy probable que los de la ANDE alcanzados por incendios lo hayan tenido).
¿La dioxina? Quizás es el más venenoso: su presencia en el Agente Naranja usado en la Guerra de Vietnam provocó 400.000 muertes y 500.000 nacimientos defectuosos. Al final se lo prohibió pero, como contaminante, sigue presente en otros productos, como el 2,4-D, un herbicida tóxico en sí mismo y más cuando contiene dioxina. En el Paraguay se usa discrecionalmente el 2,4-D, porque ya lo autorizó la EPA norteamericana, cuya trayectoria no ha sido impecable: según los Poison Papers, la EPA ocultó informes científicos sobre la presencia de dioxina en la leche materna, como consecuencia del uso del Agente Naranja.
Los Papers confirman y refuerza lo que había dicho hace años la francesa Marie-Monique Robin en sus libros, puestos en internet, sobre las manipulaciones de la industria química. Un libro posterior sobre el tema, también puesto en internet, es Merchants of Doubt (subtítulos en castellano), de Naomi Oreskes y Eric Conway. Las nuevas revelaciones no han favorecido a las multinacionales: en San Francisco (EEUU) se han presentado cien demandas contra Monsanto.
