La educación volvió a estar en boca de todos, luego de los resultados de las evaluaciones del Sistema Nacional del Proceso Educativo (Snepe).
Se develó que los niños y jóvenes paraguayos no comprenden lo que leen, no hacen cálculos matemáticos aplicados a la vida cotidiana. Que hay que mejorar, que hay que hacer esto o lo otro.
Claro que es importante que el debate esté instalado. Pero, ¿será que sabemos realmente qué es lo que queremos para las próximas generaciones? Hay personas que se contentan con que la escuela sirva a los jóvenes como un puente a la universidad. Seguir una carrera, luego tener una profesión.
Al sector empresarial también le preocupan estos bajos niveles educativos, indicando que el trabajador llega con escasa formación al primer, segundo o tercer empleo.
“Los chicos no se comunican bien”, había dicho a Última Hora en una ocasión el ministro del Trabajo.
Más allá de las necesidades actuales y del futuro próximo, cabe además la siguiente pregunta: ¿Para qué queremos educación? Es válido pensar en la formación escolar para acceder luego al empleo o para contar con una profesión.
Acaso no es válido también hacerse la pregunta de qué tipo de ciudadanos queremos para el futuro próximo.
Seres plenos que además de pensar en un oficio sean capaces de ser solidarios con su comunidad. La necesidad de trabajar en conjunto, de no sentir miedo a expresarse, de no sentir miedo a amar, sin prejuicios ni violencia.
Dice el investigador Rodolfo Elías que existe una corriente en busca de una formación meramente cognitiva, impulsada por algunos organismos. Este enfoque es más inmediatista y si bien piensa en la mejora de la calidad, su propósito (o enfoque) es más económico. Por ende, se descuida más lo integral de la persona.
Y los mismos países donde se desarrolla esta visión ya están revisando todo su sistema educativo. Es por ello que se propone agregar el énfasis en artes al método STEM (Ciencias, Tecnologías, Ingeniería y Matemáticas).
Menos mal, hay que decirlo, el MEC asegura que una de sus propuestas inmediatas es la aplicación del STEM, más Artes (Steam). Resta observar si realmente se aplica, qué recursos se utilizan y, sobre todo, si los docentes son incluidos desde el inicio de todo el proceso.
Habrá que ver, por otro lado, la visión que tiene el nuevo ministro de Educación, Raúl Aguilera, un antiguo funcionario del ministerio, con trayectoria de educador y de evaluador. Habrá que ver qué tanto puede hacer en los tres meses que en principio tendrá al frente de la cartera estatal.
Hay que recordar el bono demográfico que actualmente favorece al Paraguay, con una mayor población juvenil. No obstante, el 40% de los menores de 10 años se encuentran entre la pobreza y pobreza extrema. La mayoría no tiene acceso a niveles mínimos siquiera de nutrición, de acuerdo con un estudio de investigadores de la Universidad Católica.