Susana Oviedo
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El Brasil vuelve a ocupar las primeras planas del mundo por nuevas denuncias de corrupción que colocan esta vez al presidente Michel Temer en el centro de las noticias. El jefe de Estado fue acusado por la Fiscalía de tentativa de obstrucción a la Justicia en el caso vinculado a los sobornos de parte de la empresa cárnica JBS, que también salpica a 1.829 políticos brasileños. Temer incluso está expuesto a un juicio político. El embajador del Brasil en Paraguay, Carlos Alberto Dimas Magalhães, confía en el sistema judicial de su país y en los ciudadanos que ya no toleran la corrupción. Parte de esta quedó al desnudo durante el juicio político a la ex presidenta Dilma Rousseff y en torno al procesamiento del ex presidente Luiz Ignacio Lula Da Silva. El diplomático brasileño en Asunción accedió a hablar sobre diversos temas vinculados al relacionamiento de su país con el Paraguay, en esta primera entrega de una extensa entrevista.
–¿Qué va a ocurrir ahora en el Brasil?
–Como todo ciudadano, siempre me cuestiono lo que está pasando en mi país, y lo que me llama la atención, sobre todo, es el hecho de que aún con las dificultades económicas y políticas que estamos atravesando, las instituciones sobreviven, muchas de ellas funcionan correctamente incluso, y el principio de la legalidad está siendo observado.
Si perdiéramos la combinación de esos tres factores, sin duda alguna, estaríamos enfrentando una crisis de dimensiones desconocidas y de consecuencias imprevisibles en mi país.
El presidente Temer afirmó que no va a renunciar –que es lo que pedían algunos sectores– y ha dicho: “No tengo la menor dificultad de someterme al sistema judicial brasileño”. Y así debe ser.
No creo que ningún ciudadano del Brasil esté por encima de la ley o no deba someterse a la ley. El sistema judicial, que tiene sus problemas, sus demoras, no tiene equivalente en otros países, en cuanto a la profundidad con que se está investigado el mecanismo de corrupción en el Brasil; y en cuanto al hecho de que muchísimas de las personas implicadas están siendo condenadas a la cárcel. Aunque eso no publica mucho la prensa.
–¿El sistema judicial goza de credibilidad, dice usted?
–Las instituciones están actuando correctamente, porque podría haber sido desacreditado también el sistema judicial, pero no lo fue por ninguno de los otros dos poderes, a pesar de todas las dificultades. Yo tengo fe en el país, porque creo que la opinión pública ya no tolera más esas circunstancias (de corrupción), y los ejemplos están ahí. Siempre que se ha tratado de dificultar o demorar el pronunciamiento de la Justicia, la opinión pública se ha pronunciado de una forma muy clara, apoyando al sistema. Tengo fe en eso, y espero que la sabiduría prevalezca cuando tengamos que llegar al proceso de determinación de quiénes serán nuestros nuevos líderes.
–¿Cuáles son las prioridades del relacionamiento entre Brasil y Paraguay?
–Las constantes son el deseo compartido por Paraguay y Brasil de que tengamos sociedades prósperas, más justas, desarrolladas y formalizadas. Eso conviene a los dos lados, siempre ha convenido y sigue conviniendo. Tenemos en ocasiones circunstancias políticas, de momentos, que atraviesa uno u otro país, y tenemos situaciones que exigen el esfuerzo conjunto de los países. Me refiero a los temas de contrabando, drogas, y otros que caracterizan algunos de los aspectos de nuestro relacionamiento bilateral.
–Si hay que señalar algunos énfasis, en estos momentos, ¿cuáles son estos?
–Creo que acompañamos con muchísimo interés el proceso de inversión productiva brasileña en el país. Este es un tema que por sí solo llama la atención. Son pequeñas y medianas empresas que en función de varios factores, como la crisis económica en Brasil, la relativa competitividad que pueden adquirir en Paraguay, la mano de obra joven, tributos muy favorables y todas las cosas que el ministro Gustavo Leite vive repitiendo al vender Paraguay, atraen a esas inversiones productivas. Estas, a su vez, traen consigo varios beneficios: Crean tributo, empleo, y un impacto importante en la economía paraguaya.
Los números reflejan el buen momento por el que atraviesa Paraguay hoy. Si las cosas permanecen como están en términos de estabilidad macroeconómica en el país y otros, pues tendremos muy pronto un relativo equilibrio de la balanza comercial, que es muy importante. Seguimos comprando muchos granos, carne paraguaya y productos de maquila y otros que no son necesariamente tradicionales, como las autopiezas, que están impactando en la balanza.
–¿Seguirá en auge esa migración de empresas brasileñas al Paraguay o es circunstancial?
–Las estadísticas revelan que ha crecido y no hay noticias de que el flujo no continúe. La intensidad va a depender de otros factores no controlados por el mercado mismo, como mayor estabilidad política en Brasil y una recuperación económica. La tendencia económica es quedarte donde estás. Pero las empresas que aquí están funcionan como atractivas a otras también. El Paraguay tiene otras ventajas que no sean los tributos, la energía, la mano de obra. Me refiero al privilegiado mercado de Estados Unidos y Unión Europea, por el sistema general de preferencias. Entonces, es posible que muchas empresas opten por abrir una parte de su negocio acá para poder acceder al mercado europeo y norteamericano bajo preferencias arancelarias.
–Hay otros aspectos no muy positivos, como el violento asalto a la empresa Prosegur, en Ciudad del Este, el mes pasado; la incursión de los grupos criminales PCC y Comando Vermelho también. ¿Hasta qué punto se dimensiona esa criminalidad transfronteriza?
–Todas las fronteras secas en América del Sur son problemáticas. Hay poca presencia institucional, policial, poco control y las hampas se aprovechan de ese vacío institucional. Siempre buscarán donde les resulte más cómodo estar, refugiarse o actuar. Aquí tenemos algunos puntos calientes en la frontera entre Brasil y Paraguay, pero son puntos que son reconocidos por los dos lados, y la única manera de ejercer y mejorar el control de esa gente es cooperando.
Entonces tenemos ya en curso y proyectado varios programas. La Policía Federal trabaja con la Policía paraguaya. Hay gente de Inteligencia levantando los datos necesarios, y un programa en Brasil, efecto de la Conferencia Regional que convocamos a principio de año, donde participó también Paraguay. Existe un compromiso para actuar en conjunto en la lucha contra el crimen transnacional.
Lo del PCC es circunstancial. Ha encontrado refugio en algunas partes de la frontera y se aprovecha de eso más que cualquier otra cosa. Pero del lado brasileño hemos puesto en acción lo que se llama Mural de Frontera, que es un programa coordinado entre Fuerzas Armadas, Policía Federal, Policías Estaduales que, al contrario de aquellas operaciones muy mediáticas y circunstanciales, es constante y sus acciones pueden darse en cualquier momento. Eso ya es un elemento de preocupación para los criminales. El Gobierno paraguayo está acompañando y colaborando. Hay una gran cooperación a nivel de frontera mismo; el intercambio es mucho más intenso de lo que imaginamos.