Así como pasa con el dengue. Ningún barrio de Asunción, ninguna ciudad de Central están libres de crac o chespi –como se conoce en la jerga popular a esa droga–, cuyo consumo y tráfico se disparó desde la última década.
Esta epidemia se expande cada vez más y de la peor forma: de la mano de los jóvenes consumidores en las afueras de los colegios, incluso de las parroquias. Esto es lo que advierten desde el Centro Nacional de Control de Adicciones (CNCA), que tiene una lista de espera de alrededor de 30 niños y adolescentes que están en situación de consumo.
A la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) le consta que los alrededores de escuelas y colegios, así como en cualquier sitio de reunión –plazas y parques– son puntos elegidos por microtraficantes para ofrecer drogas a adolescentes. Totalizan 19 barrios de la capital que se encuentran con una alta concentración de consumo y tráfico de estupefacientes, según datos proveídos por Senad.
“No hay barrio ni zona que se pueda decir que esté libre de circulación de drogas, solo que hay en mayor o menor intensidad”, comenta Francisco Ayala, director de Comunicación de la Senad.
Conforme con la cantidad de denuncias e intervenciones hechas por la agencia antinarcótica, en los últimos cinco años confeccionaron un mapa de las zonas más golpeadas por el crac. (Ver infografía).
Gancho. La Dra. Carmen Sánchez, directora de la Unidad de Desintoxicación Programada (UDP) II del CNCA, cuenta con un registro de los pacientes y el denominador común es que a todos se les convidó a fumar la primera vez.
“La gente que vende sabe dónde ubicarse, sabe dónde hay chicos que son vulnerables. Y les invitan”, indica. Esto constituye el cebo usado para atrapar a los futuros adictos.
“El gran porcentaje de los chicos que fuman por primera vez es gratis; rarísimo es el chico que compre la primera vez para consumir”, insiste.
Son amigos o conocidos los que ofrecen la droga. “Por ejemplo, en el colegio: ‘Uno del último año fue el que me dio’. Y, claro, él era el bichito que estaba recién empezando la secundaria y acepta para quedar bien con el que está más arriba”, representa Sánchez el relato de uno de los 15 pacientes internados en la unidad infantojuvenil a su cargo.
Incluso, cuenta que ahora están añadiendo una pregunta en la entrevista inicial que realizan. Algunos microtraficantes les facilitan la droga para que vendan y terminan traficando –en los colegios– para no perder sus dosis de crac, que por día pueden ser 30 o más.
“Es cierto cuando se dice que la primera vez, incluso regalan. Pero después te volvés su esclavo porque una vez que te pega (el crac), que te produce la dependencia, ahí ya sos vos el que le buscás y ya cambia la cosa. Una pequeña inversión nomás hacen para regalarte”, comparte Ayala.
Sobre la distribución en las afueras de iglesias –dice–, en la Senad no registran casos; pero “es probable” que eso suceda.
Es increíble, hay chicos que empezaron a consumir al salir del catecismo (...) y les dan gratis. Dra. Carmen Sánchez, del Centro de Adicciones.
En los colegios se valen de los que ya son clientes y les dicen: ‘Invitale a tu amigo’ y así ganan más clientes. Francisco Ayala, de la Senad.