24 abr. 2024

Natural en esencia

Los cosméticos preparados con componentes naturales son una alternativa saludable para quienes buscan dejar de lado los productos fabricados con ingredientes químicos. En Paraguay ya hay personas que se dedican a elaborar, de manera artesanal, artículos de tocador e higiene corporal a partir de insumos naturales.

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Fotos: Fernando Franceschelli

Comenzó como lo hacen muchos emprendimientos: a partir de una necesidad. “Cuando tuve a mi bebé, empecé a ver todos los químicos que tenían los productos para niños, eso no me gustó”, dice Mariel Fatecha, propietaria de Las Naranjitas, una iniciativa que busca llenar un espacio todavía grande, el de productos cosméticos naturales.
Champús, cremas para bebés, jabones, desodorantes y un etcétera que incluye un variado stock de artículos de tocador y cosméticos forman parte de los productos que, artesanalmente, elabora Mariel en su domicilio, que es a la vez laboratorio y factoría. “No es una empresa. Es un emprendimiento chico, que surgió en mi casa”, repite, casi disculpándose cuando se le pregunta por su iniciativa.

México lindo y querido

El primer acercamiento de Mariel a los tratamientos que utilizan componentes naturales ocurrió hace nueve años, cuando vivía en México. Su hija había enfermado y acudió a la salud pública para su atención. Pero lo prescrito por los médicos no producía ninguna mejora, por lo que decidió recurrir a la naturopatía. El repunte en la salud de la niña hizo que la madre quisiera saber más sobre el tema.
Así que se puso a estudiar con un naturista mexicano, quien la orientó y le recomendó los libros que debía leer para formarse. “Cuando volvimos a Paraguay, yo estaba muy entusiasmada, pero ya no existía la motivación de tener una persona a quien acudir. Entonces, hace poco más de dos años me embaracé y tuve una pérdida. Usé medicinas naturales para limpiar mi organismo”, relata.
Después volvió a embarazarse y nació Lucas. En ese momento, Mariel ya estaba muy metida en ese mundo y, cuando sus amigas le ofrecieron un baby shower, también recibió los presentes que se regalan en la ocasión, mayormente artículos para bebés. Pero la nueva mamá ya no quería usar esos productos y se dijo que era el momento de elaborar sus propios preparados naturales, y qué mejor que empezar por probarlos en la propia familia.
“Entré al mundo de los oleatos, de los aceites vegetales. Porque en la cosmética natural no se utilizan derivados del petróleo ni fragancias sintéticas, sino esencias provenientes del destilado de las plantas. Este es un mundo que tiene la sabiduría del potencial de cada planta; hay miles de ellas con propiedades favorables para la salud”, agrega Mariel.
Así es como empezó a hacer sus propios productos, cuya elaboración no se limita a su propia experiencia sino que es algo compartido con mamás amigas. Sus hijos sufrían todo el tiempo debido a irritaciones en la cola y otros lugares del cuerpo, por lo que comenzaron a leer y a poner más atención en lo que decían las etiquetas.
“Vimos que contenían un montón de cosas que no son buenas para el cuerpo, como perfumes sintéticos, parabenos y otros. Y hay un montón de estudios que consideran esos ingredientes como posibles cancerígenos”, añade Mariel.
En España, por ejemplo, está en auge la cosmética natural, un movimiento que nace de las mamás, quienes empezaron a hacer cosméticos en sus casas, y una tendencia creciente de comer sano. “Por la piel también nos alimentamos, porque todo lo que nos ponemos, nos untamos, termina en nuestros órganos”, asegura Fatecha.

Transmisión oral

Desde entonces, a la par de fabricar sus productos, nuestra entrevistada estudia cosmética natural con una tutora argentina residente en España, Marcela Burgos, quien comparte sus conocimientos online. Con el tiempo, lo que comenzó como una inquietud para mejorar la salud de su bebé, se extendió al resto de su familia.
Los pedidos iniciales provenían de su hermano, su cuñada y sus amigos. Y así se fue animando cada vez más, mostrando sus productos en una página. La publicidad formal no era necesaria, ya que los comentarios favorables iban de boca en boca, de una amiga a “la amiga de otra amiga”.
“Todo se hace artesanalmente y es personalizado, según los ingredientes. Se elaboran los productos sin los conservantes, tan pesados, y sin los elementos tan abrasivos que se utilizan en la cosmética, que es un negocio muy grande. Las empresas necesitan que los productos duren y puedan viajar por el mundo, estar en las góndolas de los supermercados sin que se degraden enseguida”, afirma la naturista.
La tarea que le esperaba a Mariel no era sencilla, pues no posee estudios de química ni de farmacología, y tampoco existe una carrera o una facultad de cosmética natural para formarse. Y como no existe la carrera, cada vez hay más químicos farmacéuticos partidarios de esta tendencia que terminan estudiando con gente metida en la cosmética natural, porque en la facultad no les enseñaron sobre la fitoterapia.
Así que, a medida que elabora sus productos, también aprende en el proceso. “Hay miles de cuestiones; se debe tener en cuenta el PH, los componentes, pues por más que sean naturales, a la gente alérgica también le pueden provocar alguna reacción. Entonces, hay que medir muy bien el PH del componente para que no sea muy alcalino ni muy ácido. Todo eso lo tengo en cuenta gracias al estudio, porque si no, no lo podría hacer”, explica.
También se puso en contacto con otras madres y artesanas de distintos países, que pertenecen al mundo de la cosmética. Mariel sostiene que se debe ser muy puntilloso para fabricar productos naturales, “porque al fin y al cabo es algo que le estamos dando a otros y queremos que los productos estén bien”.
Otro obstáculo importante es el costo de los ingredientes. “El precio del aceite mineral es ínfimo con respecto al de origen vegetal, que puede rondar los G. 600.000 el litro. La manteca de cacao es cara, así como las esencias naturales. Un litro de esencia pura de romero sale G. 1.300.000. Estamos hablando de insumos carísimos”, dice Mariel.

Mundo sin ley

La incipiente empresaria debe, además, rebuscarse muchísimo para encontrar los insumos, que además de onerosos son difíciles de conseguir en el mercado local. A eso se suma el hecho de que la actividad no está regulada. No hay ningún producto natural que consiga autorizaciones del Ministerio de Salud Pública.
“Tenemos champús que se hacen con glucósidos naturales que derivan del coco y del maíz, hay acondicionadores hechos con ceras vegetales, cremas a base de cera de abeja; todo está permitido en la cosmética natural, pero carecemos de regulaciones, hay un vacío legal”, cuenta la emprendedora. Ella explica que el Ministerio de Salud establece que los cosméticos de origen natural deben cumplir las mismas exigencias que las impuestas a un laboratorio químico, que usan conservantes que hacen durar los productos hasta tres años, mientras los naturales vencen a los tres meses.
“Cuando hacen las evaluaciones, el producto ya está vencido. A veces me desespera, porque veo que hay que empezar todo de cero. Es importante que esto esté amparado, pero hay tantos intereses de por medio que es probable que nunca se haga. Es algo que está pasando en muchos países”, lamenta Mariel. Según la empresaria, existe una tendencia de la gente hacia la elaboración de su propia cosmética, pero esta iniciativa está chocando contra los obstáculos legales mencionados.
Un proyecto de Fatecha que está en marcha es la elaboración de una crema para manos que contiene varios aceites, entre ellos de lino y de macadamia. “Se usa el mucílago de las semillas de lino, que al hervirse forma como un gel muy nutritivo, que es bueno para el pelo y la piel. La naturaleza es superbondadosa y nos brinda todo lo que necesitamos”, asegura.
Mariel revela que ella es el sujeto de sus propios experimentos con las plantas y sostiene que, afortunadamente, abundan los libros sobre la materia y los naturópatas que comparten sus conocimientos. “Pensar que me apasioné con algo que empezó con una cremita para limpiarle la cola a mi bebé, hecho con óleo calcáreo”, reflexiona.
La novel empresaria asevera que no ve a su emprendimiento como un negocio. Hay otras formas de ganar dinero, afirma, al momento de destacar que pretende que el precio de sus productos sea accesible, para que la gente no deje pasar la oportunidad de incorporarse al mundo natural solamente por una cuestión de dinero. Como le gusta repetir: más que una empresa, se trata de activismo puro.

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Enemigos de la salud

Parabenos. Son conservantes habituales en los cosméticos junto al fenol-fenil. Son alcoholes derivados del benceno que podemos encontrar en las etiquetas como phenolphthalei y chlorophenol. Están presentes en las lacas del pelo, por ejemplo. Pueden afectar al sistema nervioso, al hígado, al corazón, al riñón y a la piel.
Aluminio. Presente en los desodorantes. La forma de aluminio que se suele incorporar en estos productos es la más peligrosa, el clorhidrato de aluminio. Su uso está cada vez más relacionado con el cáncer de mama, e incluso hay estudios que demuestran que altera el ADN.
Colorantes. Se utilizan en todo tipo de productos y tienen distintas denominaciones como acetanilin, HC orange, acid red o pigment. Entre sus efectos nocivos puede estar la alteración del ADN o el cáncer.
Diethnolamine. Detergente habitual en los productos que producen espuma. En la etiqueta la podemos localizar con el nombre de DEA. Se concentra en el hígado y los riñones y podría favorecer la aparición de cáncer.
Fuente: Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España.

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Peligro letal

Aceites minerales. Son derivados del petróleo que sirven como conservantes y para aportar apariencia cremosa en los cosméticos. Pueden producir acné, alergias, sequedad e irritación. Se encuentran en cremas para niños y adultos, con el nombre de mineral oil, paraffinum o petrolatum.
Ftalatos. Disolventes presentes en lacas para el pelo y algunos desodorantes. Identificados con los nombres de dietihexiloftalato (DEHP), dibutilftalato (DBP) o butibenziftalato (BBP). Son causantes de cáncer y asma.
Sodium lauril sulfate. Detergente que se usa de manera industrial. Presente en productos de higiene como cremas, champús y cualquier tipo de limpiadoras. Su efecto es acumulativo y se deposita en los tejidos del corazón, los pulmones y los ojos. Favorece la aparición del cáncer y modifica el ADN.
Fuente: CSIC