11 jun. 2025

Mujeres poderosas

Entre tantas películas de superhéroes, que tan de moda se pusieron en los últimos años, aparecen ellas, que supieron ganarse un lugar privilegiado en el cine paraguayo. Es el trío que Marcelo Martinessi reunió para llevar a la pantalla grande la historia de Las Herederas. Ana Brun, Margarita Irún y Ana Ivanova son las mujeres empoderadas que no dejan a nadie indiferente.

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Por: Fátima Schulz Vallejos
Fotos: Javier Valdez

Acaban de salir del Congreso Nacional, donde condecoraron a todo el equipo técnico y artístico de la multipremiada película Las Herederas, del director Marcelo Martinessi. Homenaje que se realizó el mismo día en que el Senado aprobaba la ley de autoblindaje. Y por si fuera poco, el acto se vio interrumpido por la senadora Zulma Gómez, quien se retiró a los gritos de la sesión, cuestionando que se entregara un premio a una “película de lesbianas”. Muchas emociones fuertes para un día. Pero a estas alturas ya deben estar acostumbradas a que la ópera prima que protagonizan —y que se estrena en Paraguay el 5 de abril— genere comentarios donde sea que vayan.


- Las Herederas es la excusa perfecta para hacer ruido en una sociedad que no está acostumbrada a escuchar ni a debatir.
- AI: El arte, en general, no le gusta a todo el mundo. Pero si vos ya tenés un rechazo antes de ver, ¿cómo podés educar la mirada, cómo lo hacés si le tenés miedo a lo desconocido? Yo no puedo definir otra cosa que esa hostilidad de la gente como un miedo a lo que no vieron. Si ves y no te gusta, lo entiendo. Esta película es nuestro viaje, nuestro sueño, del cual estamos orgullosos y convencidos, pero no tiene que gustarle a todos. También tengo que decir que la forma en que nos recibieron en el aeropuerto y cómo nos trataron en la Berlinale fue genial. El afecto que sentimos de Paraguay, el apoyo de los medios de comunicación y su predisposición fueron realmente fantásticos. Hay mucha gente que hizo eco de su apoyo y de su orgullo hacia la película y eso es lo que nos alimenta, porque Las Herederas también es de toda esa gente.

- En ese universo femenino creado por Marcelo, me da la sensación de que la película narra temas cotidianos como el encierro, la soledad y la búsqueda de una misma.
- MI: Cualquiera de nosotras puede pasar por eso. Se trata de una búsqueda constante de la felicidad, el pensar libremente, el romper estructuras. Me gustaría que la gente la entendiera, es una película que hay que verla desde el amor, porque Las Herederas rebosa amor por todos lados. Y muestra nuestras propias carencias como sociedad, como país, como seres humanos. Otro aspecto importante es que los personajes de Marcelo tienen más de 60 años, mujeres a las que se las ve como abuelas, como personas a las que les dirigen la vida, que ya no tienen experiencias propias, pero a las que él rescata. Y eso es glorioso y maravilloso.
- AB: Una encuentra su libertad en el Buen Pastor y la otra lo hace de una manera tan increíble, que no te cuento porque vas a tener que ver la película. Es hermosa. Se habla de una historia de mujeres, pero a cada una le pasan cosas cotidianas. Desde chica, siempre me impactó eso. Tuve muchas tías viejas, las famosas solteronas a las que nadie les hacía participar de las actividades familiares. Y eran mujeres que todavía podían soñar y amar. Entonces yo siempre sentí un cariño especial hacia las personas mayores. Porque el niño tiene el camino por delante, el adulto lo tiene atrás. Entonces, el niño se va a desempeñar; el mayor, si no le ayudás, se va a hundir.

- ¿Cómo construyeron sus personajes?
- AB: Mezclé mi vida llena de encierros, silencios, cortes y vueltas a empezar. Y también recurrí a los recuerdos de esas señoras que te conté.
- MI: La película habla de una relación sin colores ni sorpresas. Cuando me convocó, Marcelo me preguntó qué opinaba de la historia. Me insistió mucho en eso, una relación desgastada, gris, consumida por el hábito. Yo no lo viví en mi vida, pero sí tengo gente cercana que pasó por eso. Entonces construí el personaje a partir de ahí.

- Margarita, en la película hay 58 reclusas del Buen Pastor y tu personaje aparece muy cerca de ellas. ¿Cómo fue esa experiencia?
- MI: Muy fuerte. Sucede que Marcelo siempre me decía que tiene que haber un antes y un después de la cárcel. Cómo entra Chiquita y cómo sale de ahí. Él me decía: “Pensalo un poco, digerilo”. Porque hasta en la actitud corporal se tiene que sentir esa diferencia, desde cómo me levantaba hasta mi posición al dormir. Raquel Martínez y Juan Carlos Moreno fueron a trabajar con las chicas. Y yo tenía que ir también a los talleres porque tenía que ser una de ellas, me tenía que mimetizar con ellas. Empezamos el trabajo de sensibilización y acercamiento al teatro y, por ende, también para enfrentar a las cámaras. El trabajo de improvisación lo hacían a partir de sus propios dramas. Yo tenía que hacer un esfuerzo muy grande, había veces que no me quería ir porque era muy fuerte lo que ellas contaban.

- El espíritu tenía que estar muy preparado...
- MI: Totalmente. Era también cargar con toda la energía que acarreaba eso, con todo ese karma en el que estaban envueltas. Pero de a poco ellas fueron tomando confianza, porque yo tenía escenas muy cercanas a ellas, en la peluquería, en el patio. Tenía que tomar de su propio tereré, comer de su propio plato. Y todo eso había que vivirlo antes. No era posible que yo me fuera a meter ahí caída de un paracaídas el día del rodaje. Era imposible. Eso había que trabajarlo.

Grabar Las Herededas no fue sencillo. Martinessi había declarado que la película fue un milagro y había admirado la labor de su equipo para llevar con éxito a la gran pantalla una historia controversial, pero real e intimista.

- ¿Cómo fue grabar Las Herederas?

- MI: Tuve que dejar de lado todo lo que soy como actriz dramática, porque Marcelo me trabajó hasta los mínimos gestos: desde no levantar las cejas hasta hacer un movimiento brusco con la cabeza. En teatro es mucho más visceral y más orgánico. Entonces tuve que trabajar la naturalidad, cosa que en Ana es muy natural, porque no está ceñida a ningún patrón de técnica.
- AB: Claro, porque no tengo estudio ni técnica.
-MI: Pero tiene muchas obras en teatro, lo que pasa es que dejó nomás.

- Es lo que justamente te iba a decir: ¡qué manera de volver a la actuación!
- AB: Yo tenía mis dudas, primero porque no tengo esa disciplina actoral que tiene Marga. Y segundo, porque el tema me asustó un poco. Yo soy una profesional, tengo un estudio jurídico donde me ocupo de marcas, tengo una clientela formada y pensé en lo que dirían mis clientes. Pero Marcelo me insistió, porque él es muy suave y cariñoso. Entonces decidí que no iba a ser Patricia Abente la que lo iba a hacer, sino Ana Brun.

- Como si fueran dos personas en un mismo cuerpo...

- AB: Te cuento que yo toda la vida sentí que era dos en una. Aunque no creas, yo soy tímida. Patricia es como yo: profesional, responsable, cumplidora, obediente, aplicada. Sin embargo, estoy llena de sueños, de locuras, de proyectos. Y esa es Ana, una mujer alucinante. Dentro de mí siempre me dividí entre Ana vs Patricia. En realidad creo que todos tenemos un poquito de eso, solo que yo le puse nombre.

Llega Ana Ivanova. Otra de las grandes actrices que se carga al hombro esta película. Se sienta al lado de sus compañeras y resulta increíble verlas tan compenetradas. Dos generaciones totalmente distintas, pero que al parecer han sabido encontrar el equilibrio.

- ¿Cómo fue para vos trabajar en un grupo de mujeres que pertenecen a una generación tan distinta a la tuya?
- AI: Te agradezco esta pregunta. Hay un mito en las sociedades, y sobre todo en la nuestra, que nos convence de que, porque una persona es de otra generación o porque es diferente, ya no podés interactuar. Yo me moví como pez en el agua entre gente con diferentes experiencias actorales a la mía, que viene de distintas escuelas. Entonces, ese es otro planteo enriquecedor de la película, acá no hay generaciones, esa brecha solo está en la cabeza de la gente. Seguramente vivo en un termo que me proteje de que eso me limite. Yo veo lo que le pasa a la sociedad con la gente mayor, puedo leer la sociedad en la que vivo y entiendo sus reacciones. Por supuesto que me gustaría que fuese diferente, pero yo no soy un ejemplo, porque si lo fuera, la gente no tendría problemas con los adultos, ni con gente que es diferente, al contrario, eso está muy bueno, porque vamos a discernir y ahí está el enriquecimiento. No podemos ser todos iguales, porque o sino nadie estaría pensando. Si ves la diferencia como una condición, hay un problema. Lo diferente es diferente nomás. Para mí, moverme en ese universo fue fantástico y no tengo incomodidades con eso.
- Se las ve muy compenetradas. ¿Cuál es el secreto para que esa diferencia de edad no se note?
- AI: Generalmente el camino del rechazo viene por la generación menor, porque se creen los dueños. El momento más triste es cuando una generación pasa el estandarte a otra, pero las generaciones que vienen son muy egoístas porque no ven que las anteriores fueron las que hicieron el camino. Y es lo que siempre le digo a Marga, ellos hicieron el camino que muchas actrices caminan hoy, cuando las condiciones eran otras. Los jóvenes creen que inventaron todo, que el cine apareció cuando empezaron a estudiar. Alguien hizo periodismo antes que ustedes. Entonces estudiar a esa gente es aprender tu propia historia, es saber de dónde viene tu raíz y no cometer los mismos errores en el futuro. El pasado no es para continuar, es para saber avanzar.

- Hablame de tu personaje. Mucho se sabe de Chela y Chiquita, pero ¿quién es Angy?
- AI: Angy aparece en la mitad de la historia y la película cambia abruptamente el ritmo. Lo que tiene toda la historia es que se desarrolla a través del chisme. Y Angy es la única que no habla de los demás, solamente habla de ella y de sus experiencias. Chela y Chiquita están en esa relación de cárcel. Entonces, Angy aparece fresca, joven, libre, no solo de accionar, sino de mente y de prejuicios hacia los demás. Es una persona que tiene otra conexión con su cuerpo, es diferente a ellas dos, y aparece sin hablar de nadie en ese mundo del qué dirán, que es muy nuestro. Marcelo siempre dice que es muy casacciano, pero en realidad Casaccia lo que hizo fue retratar la sociedad paraguaya de su época, cosa que la gente tampoco le perdonó, porque la sociedad no quiere mirarse, ya que hacerlo implicaría analizarse y eso la llevaría a proponerse cambiar.

- Es la sociedad en la que todavía vivimos. Finalmente es lo que retrata Las Herederas, ¿o no?

- AI: Sí, porque en tu imaginario está cómo vos creés que tienen que ser las cosas, pero viene otro y te muestra cómo son, algo que produce un rechazo, y eso es peculiar de las sociedades conservadoras. Y ahí se ve un dejo de ignorancia. A lo que voy es que Angy no tiene prejuicios, se mueve en una sociedad conservadora pero siendo libre e inmune a todo eso. Es muy lindo ser una antagonista tan poética, porque se desplaza de forma casi etérea y eso es lo que le mueve a Chela.

- El personaje era diez años mayor que vos.
- AI: Cuando hice el casting, Marcelo me dijo que estuve genial pero que buscaban a alguien mayor. Era la primera vez que me decían eso. Siempre piden alguien menor. En Paraguay, las madres que buscan para las publicidades tienen hasta 35 años, no puedo hacer ningún comercial de esos. Entonces pensé que la película iba a ser superrevolucionaria porque no hay nadie con esa edad. ¿Qué nos pasa como sociedad que no nos podemos ver jóvenes, flacos, con cirugía, exitosos y felices? ¿Qué clase de sociedad estamos formando que no podemos enfrentar el fracaso, la vejez, la muerte, el desamor, la cárcel, la incertidumbre? Siento que esta película te pone todo eso de frente y la gente te va a decir: “Pero esa no es la sociedad que queremos”. No, pero es la que tenemos. Cómo nos miramos, cómo resolvemos, el cine está para eso. Vos criticás esa película en la que el muchacho dejó a la chica y ella se puso a escribir y su libro fue un éxito. Imaginate si no existieran películas de reinicios. Todos los ideales se romperían ante el primer fracaso. Y eso pasa con esta película, que rompe los esquemas y plantea otra estética y eso la hace transgresora. No hace falta mostrar la miseria para hablar de miseria. Esta película habla de la clase alta. De cosas que suceden en todas las clases sociales. El amor no tiene edad, género ni clase social. Y yo creo que ese es el mensaje más importante de Las Herederas.

Sin duda que la fortaleza principal de la ópera prima de Martinessi son sus tres protagonistas, mujeres consecuentes, decididas y dispuestas a romper estructuras.

- ¿Consideran que la repercusión de la película es una gran oportunidad para la aprobación de la Ley de Cine y de la No Discriminación?

- AB: Creo que todo este burumbumbúm que se está armando va a ayudar a que la gente se preocupe y los legisladores se apuren. Lo de la no discriminación debe servir para aprender que hay que respetar, que todos tenemos derecho a ser felices. La vida es tan corta que lo único que uno busca es ser feliz, y si a vos te hace feliz esta pareja, quién soy yo para cuestionarte.
- MI: La Ley de Cine sale. Vivimos en una sociedad diversa, nadie es igual al otro y tenemos que aprender a vivir dentro de esa diversidad. Respetar para ser respetados. Eso es muy importante, entender que tenemos que aprender a vivir entre todos, porque somos seres humanos.
- AI: Lo importante del ruido que generó todo lo que tiene que ver con Las Herederas, la Berlinale, los premios de Berlín y de Colombia es que instaló la necesidad de generar marcos legales que sirven no solo en lo cultural, sino también en lo político y lo económico, como ser la Ley de Cine. Pero el marco legal también define las relaciones interpersonales, por eso es que una ley contra toda forma de discriminación es importante porque nos va a definir y educar la mirada. El otro éxito de la película es también haber sacudido a una sociedad estática que quiere permanecer así, y haber instalado nuevos o viejos debates en nuevos horizontes, porque está bien disentir. Porque el disenso con respeto a la diferencia es lo que nos hace mejores. Nosotros estamos comunicando lo que creemos del cine que hacemos y afrontando las agresiones con mucho humanismo. Agresiones innecesarias que provienen del miedo, de la ignorancia y de una sociedad que quiere permanecer en la oscuridad. El cine es luz, pero también oscuridad.

- ¿Cómo ven Las Herederas a la mujer paraguaya?
- MI: Es un homenaje a la mujer, porque muchas están relegadas y marginadas. Por ser mayores, no pueden trabajar. La mayoría no puede tener un cargo como el varón, tener un amor. Y eso es lo que la película quiere rescatar y busca valorar a la mujer madre, esposa, pareja, hija, hermana.

- ¿Qué viene después?
- MI: Espero que este boom, esta explosión que está pasando con nosotras, explosione también las mentes de una buena vez.

Las dos Ana asienten dándole la razón a su compañera. La complicidad está latente y las convicciones también. En un cine gobernado por las grandes industrias, los superhéroes y las historias de acción, aparecen ellas, las nuevas superheroínas del cine paraguayo, dispuestas a romper esquemas y hacernos pensar.

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Abogada de profesión,
actriz de vocación

Ana Brun fue premiada con el Oso de Plata a Mejor Actriz en el Festival de Cine de Berlín, uno de los galardones más prestigiosos del festival. Su profesión es la de abogada, como agente de marcas. Su nombre completo es Ana Patricia Abente Brun y se inició en las tablas desde pequeña. Si bien nunca recibió formación teatral, participó en varias obras. La última fue Kuña rekove, con Edda de los Ríos y Miriam Sienra. Tras un largo periodo de inactividad en la actuación, vuelve con Las Herederas. Su talento fue celebrado por la crítica internacional.

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Leyenda viva de las tablas

Margarita Irún tiene una trayectoria de más de cinco décadas en teatro. Protagonizó incontables obras en el país y el extranjero y recibió numerosas distinciones locales e internacionales. Primera actriz paraguaya egresada de la Escuela de Arte Dramático Alberto Williams, de Buenos Aires (Argentina). Fue directora del Instituto Municipal de Arte (IMA). Es maestra de teatro, abogada, directora fundadora de la Escuela de Teatro Margarita Irún y actual directora del Teatro Municipal Ignacio A. Pane.

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Actriz todoterreno

Ana Ivanova es actriz egresada de la Escuela Municipal de Arte Dramático del Instituto Municipal de Arte (IMA). Trabaja desde el año 1999 en cine, teatro y televisión. Es hija de un padre ingeniero y una madre docente. “Mi papá fue campeón nacional de ajedrez y me hizo jugar desde los siete años. Era supercerebral y me hacía leer cosas profundas para mi edad. Sin embargo, mi mamá me dio toda la sensibilidad que necesito para actuar e interpretar. Entonces, gracias a ella yo me conecto con este universo femenino. Pero a veces, para hablar necesito el universo de mi papá", señala. Participó en más de 30 cortos nacionales y fue distinguida con menciones de honor en diferentes concursos de cuentos.

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Equipo de trabajo
“Cuando Marcelo nos plantea a las tres contar algo íntimo antes de elegirnos, tiene que ver con que él basa todo en la confianza. Y nosotras confiamos ciegamente en su trabajo. Siempre le digo: ‘Sos mi jefe, mi director y, con orgullo, mi amigo’. Y él se ríe. Es una persona hermosa y maravillosa. Además de ser brillante, es muy generoso. Y en este proceso también me descubrí trabajando con Sebastián ─Peña Escobar, productor ejecutivo─. Él, además de su aporte como profesional, de haber articulado todos los fondos para que la película se pudiera dar, es el materializador de lo imposible. No puedo definirlo de otra manera, no me sale ‘productor ejecutivo’”. (Ana Ivanova)


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“Siempre sentí un cariño especial hacia las personas mayores. Porque el niño tiene el camino por delante, el adulto lo tiene atrás. Entonces, el primero se va a desempeñar; el mayor, si no le ayudás, se va a hundir”. (Ana Brun)

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“Los personajes de Marcelo tienen más de 60 años, mujeres que ya no tienen experiencias propias, pero a las que él rescata. Y eso es glorioso y maravilloso”. (Margarita Irún)