Música de banda, cánticos y rituales prehispánicos han adornado esta fiesta que arrancó el viernes, cuando fieles católicos de todos los rincones de México y de otros países empezaron a llegar a la Basílica, en el norte de la capital, para venerar a la Virgen de Guadalupe, que según la tradición se apareció en varias ocasiones al indígena Juan Diego.
La última fue el 12 de diciembre de 1531 y hoy, 484 años más tarde, quedó probado que la fe y devoción hacia esta Virgen de tez morena sigue más viva que nunca. Maximino Ortega llegó a la entrada de la basílica de rodillas y cargando un cuadro de la Virgen, tan grande que chocaba con sus piernas.
Acompañado de su primo y su sobrino, lloraba: “Venimos a rezar, para que tengamos fe, fortaleza y para que mi sobrino se recupere. También porque queremos paz en nuestro pueblo”, dijo este oriundo de Mazatlán Villa de Flores, en el sureño estado de Oaxaca, tras nueve días de viaje hasta la capital. efe